Mario Luis Altuzar Suárez: Director General

Ana Rosa García Cruz: Gerente

Omar Flores: Coordinador Editorial

 

Novela

Capítulo I

La Manifestación

Capítulo II

El Elegido

Capítulo III

El Secreto de  la Abuela

Capítulo IV

El Adepto de la Oscuridad

Capítulo V

El Viajero Dimensional

Capítulo VI

Los Misterios

de Karla

Capítulo VII

Contacto en el Equinoccio

Capítulo VIII

La Encrucijada

de Martiniano

Capítulo IX

La Revelación

Capítulo X

Las Fuerzas Ocultas del Hombre

Capítulo XI

El Mandato Divino

Capítulo XII

Las Claves del Iniciado

Capítulo XIII

La Renovación

El Autor

 

Ensayo

De cómo se desvío el Destino de México.

Poesía:

La Hora de los Muertos.

Homenaje a Hiroshima.

Cuento;

El Signo de los Tiempos.

Premio UNESCO de Literatura 93.

Metafísico:

Guía del Despertar del Espíritu.

Esotérico:

Tomo I

Del Archivo de Merlín.

Adam Kardmón

La Conspiración del Fin del Mundo

Por Mario Luis Altuzar Suárez

 

Capítulo VI

 

Los Misterios de Karla

 

-         ... que dilema! ¿Te imaginas? Varios chavos me han pedido que sea su novia. Aquí, en la Facultad y en donde vivo. No sé por cual decidirme: ¡Todos me gustan! Es muy complicado. ¿Tú que harías?, -- pregunta Karla a su amiga y toma un sorbo de su vaso de refresco. Con una sonrisa comprensiva, su compañera responde:

-         La verdad, no creo que debas comprometerte. ¡Estás bien chava! Además, apenas vamos en cuarto semestre y faltan dos largos años para concluir esta etapa escolar. Yo creo que deberías mejor de disfrutar tu juventud. ¡Salir con amigos al cine, a las fiestas, a comer o si lo prefieres, a bailar! ¿Para qué te complicas la existencia con una relación formal? ¡Inmediatamente te quieren sujetar! Quieren que les des gusto en todo... – la interrumpe en su reflexión:

-         Mira Nayelli: Tú ya te casaste y continúas estudiando. Yo solamente tendría un novio para... – la amiga retoma la palabra:

-         ¡Claro! Es cierto que ya me casé. Por eso mismo te lo digo. Estos hombres son siempre igual. Desde el noviazgo piensan que eres algo de su propiedad. ¡Hasta te imponen que les pidas permiso para hacer cualquier cosa! Si hablas con los compañeros de la escuela o amigos de la casa, ponen su cara y exigen una explicación. Te prohíben que te vistas en la forma que te gusta o te parezca. ¡Qué asistas a bailes o fiestas, ni pensarlo! ¡Ah! Pero eso sí ¡ellos se largan cuando les place! Y una sin derecho a chistar.

Mira a su amiga que mueve negativamente la cabeza y que le replica a manera de sugerencia:

-         ¡Ya cambiaron los tiempos! Yo creo que puedo hacer cambiar a quien acepte como mi novio y...

-         Eso mismo creía yo cuando conocí a Reynaldo. ¿Te acuerdas? Hace cuatro años, cuando lo conocimos en la fiesta de generación de la prepa. ¡Se veía tan guapo! Incluso tú, pensaste en lanzarte. Cuando se fijó en mi, todo el mundo desapareció para mis ojos. A los pocos días me enteré que tenía fama de mujeriego y de fiestero. No hice caso. Pensé que podía cambiarlo y sería solamente para mi. Por eso acepté casarnos al año de haberlo conocido y de que nos hicimos novios. ¡Un amor a primera vista! Me imaginé la vida color de rosa. ¿Y qué pasó? Empezó a cambiar radicalmente cuando me embaracé. Hasta me gritaba con el pretexto de que no quería tener hijos. Decía que debíamos gozar más de la vida. ¿Debíamos? Se le olvidó que después de la luna de miel solamente salíamos juntos los domingos para ir a casa de mis padres o a la de su familia. ¡Ya me sentía tan segura! Y al saber que esperábamos un hijo ¡zaz!: El cambio extremo. Llegaba tarde por cuestiones de trabajo. El olor a perfume d mujer, decía que era de las compañeras de oficina. ¿Te acuerdas? A los seis meses que nació el niño se fue sin explicación alguna. Un día en que fui a ver a mi mamá para que me ayudara a convencer a mi papá de que me apoyara económicamente para proseguir mis estudios, Reynaldo aprovechó para recoger sus cosas y desapareció. ¡Perdí dos años de la escuela! – Dice al momento de pedir la cuenta para ir a la siguiente clase.

Salen de la cafetería y en el pasillo siguen platicando sobre el mismo tema. Karla argumenta que su inquietud no es por el deseo de tener una pareja inmediatamente: Añade:

-         Ya conoces a mi mamá. Está educada a la antigüita. Piensa que una mujer a los veinte años, sin partido a la vista, se quedará soltera toda la vida. Hasta cuestiona el que siga estudiando porque creé que entre mayor preparación tenga, será más difícil encontrar marido. ¡Una vez me enseñó una novela de Rosario Castellanos! Esa que se llama “Mujer que sabe latín, ni tiene marido ni tiene buen fin” y me advirtió sobre lo pesado que resulta la soledad con el paso de los años, sin olvidar los peligros que enfrentaré en la sociedad, ya que los hombres los compara con lobos que buscan su presa fácil en la indefensión femenina.

Con gesto reflexivo, Nayelli comenta:

-         No le hagas caso. Desde mil novecientos setenta y cinco, en la Primera Conferencia Internacional de la Mujer que se realizó en México, las condiciones han cambiado mucho. No todo lo que se quisiera pero hemos logrado avanzar. Por otra parte, tú tienes el respaldo de tu papá. ¡Te consiente mucho! Todo lo que le pides te lo da. Yo creo que deberías hablar con él para exponer tus pensamientos y el por qué no quieres un novio formal. ¡No le vayas a decir que la razón es que te gustan todos! No, porque lo intranquilizarías. Puedes plantearle los motivos de superación personal y como me conocen, me pones de ejemplo. Muy seria le señalas: -- imita la voz de su amiga, como si tuviese una fresa en la boca-- “Miren, ahí está Nayelli, se casó y la dejó el hombre. Ahora tiene que trabajar para mantener su casa, la mamá le cuida al niño y el papá le condiciona su ayuda económica que le sirve para la escuela”, -- retoma su propia voz para concluir--: Y vas a ver como te apoya y habla con tu mamá.

Cortan la charla al llegar al salón y empezar a hurgar en sus bolsas de útiles escolares, buscando el trabajo de anatomía que expondrán en clase. Una hora después, entre risas y bromas, por la improvisación de respuestas y argumentos en la exposición, salen las dos amigas con sus compañeros de cátedra:

-         Y ahora... ¿qué te pasa? – Inquiere Nayelli al ver que Karla se niega a seguir a sus amigos a una fiesta que organizaron espontáneamente:

-         Quiero que se vayan. Deseo que mes tu consejo. ¡No sabes la presión de mi mamá! Ahorita que lleguemos al restaurante le hablaré a mi papá por teléfono para decirle que quiero platicar con él cuando llegue a la casa por la noche.

La señora duda sobre la oportunidad de la hora para interrumpir al padre de su amiga:

-         ¿Te lo pasan por teléfono? Recuerda que un gerente es una persona muy ocupada y más ahora que las ventas han disminuido por la crisis económica. Aunque quien sabe que tanto le afecte a su fábrica. Las mujeres siempre necesitamos lencería.

La joven se dirige al teléfono para descolgar la bocina:

-         Vas a ver como si me atiende... ¡Bueno!... con el señor Hernández por favor... ¿sí? ¡Papá!.... Sí estoy bien... No, no me sucede nada malo... Solamente te quiero decir que te espero en la noche porque tengo muchas cosas de que hablar contigo... ¿A las diez?... ¡No! No, está bien. – Y cuelga el auricular.

-         No cabe duda de que estás bien consentida. Para poder hablar con mi padre necesito hacer solicitud por escrito, con tres copias y por lo menos con quince días de anticipación. ¡Y ni así lo consigo! – Comenta Nayelli Ortega.

Los comensales voltean para mirar a las dos mujeres que buscan asiento. Sin importar las edades, les sonríen y ofrecen un lugar en sus mesas, a excepción de los que se encuentran acompañados. ¡Son tan atractivas las jóvenes! Ellas, con cortesía declinan las invitaciones y encuentran una mesa en el fondo del lugar, ideal para la privacidad que anhelan en esos momentos. Toman asiento y ordenan una sopa, un entremés de verduras cocidas y de guisado piden pollo en pipían, en refresco embotellado y de postre, natillas. Al calcular que la mesera se ha retirado lo suficiente, Karla reinicia la charla con una pregunta:

-         ¿Qué hago? No estoy tan segura de que mi papá logre convencer a mi mamá. Ya sé que no te puedes responsabilizar de una decisión que solamente me corresponde a mi, pero si me puedes auxiliar con un consejo o... – le mira de soslayo para darle mayor importancia a sus palabras-- ¡mejor aun! ¡Qué me digas en donde se encuentra esa señora que te ayudó a que regresara Reynaldo! ¿Sabes a lo que me refiero, no? – Y espera nerviosa la respuesta.

Unos segundos de silencio crean un ambiente enigmático. La interrogada desgrana los recuerdos nada agradables de esa parte de su vida y dice:

-         Cuando se fue mi marido, una vecina sostenía que me lo habían quitado de mala manera. No le entendía. Hasta que me explicó que una mujer como de treinta años y divorciada, cumplió su promesa de arrebatármelo. Ella había anticipado que lo haría así tuviese que acudir a la brujería. ¡No le creí! Estaba segura que esas cosas eran para los ignorantes. Pero cuando se llevó sus cosas mi marido, sentí coraje y acepté la posibilidad de que el cambio de Reynaldo respondiera a cuestiones alejadas a mi comprensión. Un día, al platicarle a una amiga de mi problema, me dijo que lo primero era serenarme y rechazar el coraje que sentía, para no ir y caer con personas dedicadas a la magia negra o, simplemente, con charlatanes que abusan de la angustia de las personas. Como a la semana, llegó a visitarme de nuevo esa amiga y le confirmé que ya no estaba irritada ni con odio, aunque en el fondo, es difícil no sentirlo. Fue como me llevó con una señora para que me leyera las cartas y saber si me había abandonado por maleficio o por cuestiones personales. En realidad no buscaba la quiromántica confirmar un hecho, sino ubicar el origen para establecer el tipo de ayuda que necesitaría darme.

Interrumpe la confidencia porque la mesera llega para retirar el servicio y ofrecerles café que haga placentera la sobremesa. Lo aceptan y Nayelli retoma la narración:

-         Accedí a ir. ¿Qué podía perder? Y al día siguiente me llevaron con la Maestra Carolina. Cuando la saludé me parecía conocerla sin poder acordarme en donde me la presentaron. En realidad ¡ninguna de las dos nos habíamos visto antes! Me preguntó que prefería: Cartas españolas, egipcias o el Tarot. Yo no sabía nada de eso y le cedí el que ella escogiera. Cogió el Tarot y me sorprendí cuando me describió parte de mi vida, principalmente el distanciamiento emocional con mis padres. No creas que me había interrogado antes de psicoanalizarme. ¡Nada de eso! Y todo empezó a coincidir. Cuando abordó el tema de mi marido, aseguró que una mujer mayor a los treinta años se auxilió de la santería que invoca entidades oscuras, para hacerlo cambiar. Primero, provocar encuentros fortuitos, en donde le invitaría a beber y comer y sin que se diese cuenta, darle unos polvillos óseos con yerbas. Para complementar el trabajo, había ofrecido mi alma en pago, para lo cual enviaría vibraciones y presencias por medio de invocaciones y otras cosas, que me hicieran daño. Curiosamente, coincide el alejamiento de Reynaldo con el padecimiento de una serie de enfermedades que los médicos jamás pudieron diagnosticar y me los atribuían a problemas psicosomáticos. Me dijo, la Maestra, que también hicieron un “entierro”. Me explicó que este “entierro” consiste en la confección de un muñeco con alguna prenda personal y hacen invocaciones a los seres del submundo y posteriormente lo entierran a las doce de la noche en cualquier tumba de un panteón para obligar al muerto a trabajar en su favor. Es lo que le llaman “levantar Santo”. ¿Te imaginas? Al principio no le creí nada. Pero por no dejar, me empecé a bañar con infusiones de yerbas una vez a la semana, para que se armonizara mi aura. Vulgarmente se confunde la harmonización con la limpia. Pero aprendí que la diferencia radica en el manejo de la energía astral para equilibrar y restaurar el campo electromagnético que conocemos con el nombre de aura. Con la energía etérea se logra neutralizar los efectos negativos de cualquier tipo. La Maestra fue paciente con mis cuestionamientos y me orientó en la comprensión de ese mundo desconocido para mi. Me indicó que la fuerza astral es otorgada por Dios Padre, lo que genera confianza y aleja el temor de que hayamos caído en el mal, ya que siempre confirma que el armonizado aleje cualquier pensamiento, imagen o sentimiento de rencor y su manifestación en el deseo insano de la venganza. Dios es Amor y es Justo... en fin, tantas cosas que existen a nuestro derredor y que desconocemos y mucho menos, valoramos. Pero no sé hasta que punto pueda servirte.

Sin permitir que reflexionara con la posible negativa, Karla corta la exposición de su amiga y atropelladamente dice:

-         ¡Sí! Es seguro que puede auxiliarme. Tendré los argumentos necesarios para convencer a mi santa madre. Llévame con ella, por favor. – Pide en tono clemencial al tomar y apretar las manos de su amiga, quien acepta y la sorprende al decir:

-         ¡Ya está! Vamos a ese misterioso lugar.

Nayelli solo alcanza a preguntar:

-         ¿Ahora mismo?

Le responde con euforia:

-         ¿Para que esperar más? De una vez, antes de que te arrepientas.

El argumento de qué tal vez la Maestra carezca de tiempo porque va mucha gente a verla, es invalidado por la frase:

-         A ti te conoce muy bien. Y como tú me llevas pues, puedes convencerla. ¡Ándale! ¿Sí? No seas egoísta. Te funcionó ya que regresó Reynaldo, aunque no vive contigo ya que la condición de tu papá fue que termines de estudiar. Pero no veo la razón para que a mi no me de resultado.

Contenta por haber convencido a su confidente, llama a la mesera para pagar la cuenta y se pone de píe en clara muestra de su disposición de ir en ese momento al encuentro de ese mundo enigmático. Al salir a la calle llaman un taxi y lo abordan. Karla siente un leve cosquilleo en la espina dorsal al escuchar una dirección en Tláhuac. Contesta con monosílabos a su compañera, ya que en ese momento se sumerge en su imaginación alimentada por la fantasía de sus lecturas infantiles. En sus pensamientos se observa frente a una anciana desdentada, con cabellera enredada por la marcada ausencia del peine:

-         ¿Será encorvada? ¿Qué vestido tan feo! Semeja una sábana negra cosida de los lados. La nariz con granos purulentos, sobresale el gorro cónico oscuro que aterra al oír su risa crispante. Esa mesa desvencijada con el perol hirviendo a un lado, grasiento y con humo denso. ¿Sentiré miedo al ver los cráneos y los huesos regados por su casa alumbrada con velas y los gatos negros corriendo de un lado a otro? Aunque sienta temor... me mostraré como si ya conociera esos lugares. ¿Qué le diré a mi mamá? Mejor me quedo callada. ¿Con lo espantada que es! Cuando menos me llevaría a confesar y todos me señalarían antes de llegar con el cura. ¡Qué escándalo! ¿Y mis amigos? ¿Qué dirán? Aprovecharían para burlarse de mi. ¿Por qué? Les puedo decir que mi espíritu de investigación científica me llevó a ese lugar, para confirmar como engañan a la gente, esas mismas personas que por esas influencias y su ignorancia, rechazan a los médicos. ¡Sí! Eso les diré: “Estaba haciendo un estudio para aplicarlo en la atención de mis próximos pacientes” Entonces, en lugar de burlas me aplaudirán y celebrarán mi valor para meterme en esos lugares peligrosos.

Rompe sus divagaciones al escuchar que su amiga liquida el viaje y le sugiere que descienda del automóvil:

-         ¿Aquí es? – Interroga con sorpresa.

-         ¡Sí! Aquí es. ¡Ya bájate!

Observa un conjunto habitacional. ¡Se había imaginado un lugar desolado y una casucha a punto de caer! Jamás pensó que al atravesar la calle estuviese un amplio estacionamiento y una tienda de autoservicio, un banco a un lado de la reja que tocan en este momento y aparece un guardia que les franquea el paso hacia los andadores con jardines bien atendidos a los lados y en la base de los edificios.

-         Toma bastante aire.

Le dice en broma la experta al empezar a subir por las escaleras hasta el cuarto nivel de le edificación. Se asoma y mira que hay dos pisos más arriba. Esboza una discreta sonrisa cuando abren la puerta del pequeño departamento en donde, ocho personas les saludan. Hombres y mujeres de diferentes edades y por sus vestimentas, pertenece a distintos estratos sociales. No pierde detalle cuando un señor que, calcula, debe frisar los cuarenta y cinco años, le ofrece un asiento a Nayelli con palabras fraternales:

-         Bienvenida seas, hermana. Por favor, toma mi lugar.

Agradece la atención y antes de sentarse expresa:

-         Gracias profesor. Le presento a mi amiga Karla, compañera de facultad.

El hombre se acomoda los lentes y le ofrece un saludo de mano:

-         Mucho gusto en conocerla. ¡Qué bueno que vino!

La estudiante corresponde a su cordialidad y pregunta:

-         Profesor ¿de qué?.

Escucha una voz serena:

-         De preparatoria, señorita. Estoy al frente de la coordinación de matemáticas.

Observa el desconcierto en el rostro de la joven y como si le leyera el pensamiento, inicia el relato de su razón para llegar a ese lugar:

-         No se crea que es rara mi presencia aquí. Yo, al igual que muchas personas, tenía mis reservas en la existencia de fuerzas superiores o, por lo menos, desconocidas. ¡recibimos tanta información distorsionada por la educación y la tradición en la familia! Hasta que sufrimos una desgracia o las víctimas son muy cercanas a nosotros, sin la menor esperanza en la ciencia y su tecnología, refugiamos nuestra angustia en la posibilidad de salvarnos por un milagro o en los caminos alternos.

Karla encuentra en esta pausa la oportunidad de teorizar:

-         Es cierto que los científicos desconocen muchas cosas pero, lo son único real en el alivio de los dolores y males de los seres humanos. ¡Los milagros, si es que existieron, fueron en la Edad Media y mucho antes! Todo tiene una explicación lógica y razonable. ¿No lo piensa así un matemático que se encarga de una cátedra a nivel bachillerato?

-         Tal vez tenga razón. No intento convencerla ni mucho menos entrar en un debate. Pero no se puede negar la existencia de hechos que superan la conciencia del hombre. Mire... déjeme contarle lo que pasó y después me dice lo que piensa, -- comenta el académico y al ver el asentimiento de su incrédula oyente, prosigue:

-         Tengo un hermano menor que combina el ejercicio de la abogacía con la política. Litigar le permite una posición económica bastante cómoda porque se encuentra entre los mejores. ¡Bueno! ¡Qué le puedo decir! Es mi hermano. Por ello se podía dar el lujo de ser honesto y firme en sus convicciones dentro del partido en que militaba. Sin embargo, desde las famosas “concertacesiones” iniciadas en mil novecientos noventa y uno en Guanajuato, el organismo partidista empezó a disfrutar los privilegios que ofrece el poder. Lamentablemente, se genera en los militantes la envidia y la ambición personal con sus intrincados caminos de los intereses económicos de pequeños, medianos y grandes grupos de inversionistas o de empresarios a cambio de contratos para obras y servicios. Mi familiar se opuso a esta práctica, por considerarla deshonesta al rendir un culto a la corrupción que impide cumplir los postulados sociales del instituto político. Su esfuerzo y tiempo de militancia en las bases partidistas, influyeron en su postulación a un importante puesto de dirigencia, aunque su postulación fue rechazada por otros correligionarios que ya se encontraban comprometidos con las corruptelas. Las encuestas de campaña interna mostraban una tendencia favorable a mi hermano, sin que lograsen hacerle caer en las trampas como ofrecerle mujeres y dinero. Se desesperaron y dos días antes de la elección en el Consejo Político, a unos pasos de la puerta de su casa, cuatro sujetos lo interceptaron y lo golpearon hasta dejarlo agonizante. La policía descartó el robo, porque no le quitaron nada. Pero el fiscal orientó la investigación a una venganza pasional, dando a conocer que se había descubierto, cuando menos, tres relaciones extra maritales, sin mostrar pruebas que sustentaran una versión tan descabellada ante la certeza de la vida honorable que ha mantenido mi hermano con su esposa y sus hijos. En fin, esa es otra historia. En el hospital lograron salvarle la vida. ¿Para qué? Los médicos dictaminaron que estaría loco con síntomas violentos por lo que recomendaron que lo internáramos en una institución psiquiátrica. Mi madre se negó a resignarse. Por lo avanzado de su edad y la perspectiva desgraciada de su hijo, empezó a enfermarse constantemente. Esta situación obligó a mis cinco hermanos y a mi a buscar otras opiniones clínicas. Aquí, en México, le llevamos cuando menos con veinte especialistas y cinco lugares distintos y afamados en los Estados Unidos. El diagnóstico siempre fue el mismo. Coincidían en todo con el primer dictamen médico. Al borde de la desesperación, una hermana oyó en la radio a la Maestra Carolina cuando la entrevistaron. Creo que es la única ocasión en que apareció en público. Yo no aceptaba, pero ahora estoy seguro que fue una bendición del cielo el que mi hermana hubiese puesto atención a la explicación ofrecida por la Maestra sobre la sanación por imposición de manos y con el manejo de la fuerza astral. Una mañana preparamos las cosas personales de mi hermano con la intención de internarlo en un hospital, porque se habían presentado los signos de violencia y toda la familia corría un alto peligro. Fue cuando nos enteramos de la versión radiofónica. Con la misma esperanza a la par del escepticismo, pero con la intención de limpiar nuestra conciencia de que hacíamos hasta lo imposible para salvar a nuestro hermano, discutimos y coincidimos en traerlo. ¿Qué impacto al ver este lugar! ¿Cómo, nos dijimos, se podrá salvar si en los centros hospitalarios contaban con avanzados equipos y nada pudieron hacer? Solamente lo mantenían drogado. Recuerdo que fue una larga discusión, hasta convencernos a nosotros mismos de que cumplíamos al buscar el último resquicio de esperanza...

-         ¿En qué hospital se encuentra ahora? – Pregunta la futura doctora y se asombra al escuchar:

-         En ninguno, señorita.... en ninguno. Déjeme que le termine de contar, ya falta muy poco, -- expresa el profesor al quitarse los anteojos para limpiarlos y añade--, la Maestra nos recibió. Casi cargábamos a mi consanguíneo que ni siquiera podía hablar en forma congruente. Con decirle que hasta sus necesidades fisiológicas teníamos que atender. ¡Era como un niño de pequeña edad! Explicamos nuestra desgracia y esperamos con cierta certeza amarga, la negativa de un posible tratamiento. En verdad, nos cayó como agua fría al oír que sí era la Voluntad del Padre Creador de los Universos, podría recuperarse aunque en forma lenta. La Maestra empezó a trabajar con la restauración del aura, solamente le recetó yerbas para hacer un té que se le daría como agua de tiempo y nos despidió programando un día y hora a la semana para iniciar su rehabilitación. Mi hermana casi me golpea cuando le dijimos que sería prolongado el tiempo de la sanación y argumentó que éramos ilusos porque solamente querían sacarnos dinero. “¿A ver, cuánto les cobraron?” Ha de haber sido una fortuna”, nos incriminó. No podía creer que solamente pagamos cincuenta pesos, el uno y medio por ciento de lo que costaba una consulta con los médicos especializados. ¡Difícil de creer! ¿Verdad? Con toda nuestra desconfianza, cumplimos la prescripción y las citas. A los tres meses controló sus funciones corporales, incluso, empezó a pronunciar frases completas. En seis meses observamos con grata sorpresa el avance en su rehabilitación y en un año quedó sano completamente. ¡Imagínese! Ya se reintegró a la política aunque, es obvio que en otro partido.

Se abre la puerta de lo que debería ser la alcoba y, mientras una mujer de un metro cincuenta y cinco de estatura, vestida informalmente, despide a una señora ricamente enjoyada y con abrigo de origen extranjero el profesor le dice en voz baja a la estudiante:

-         ¡Ojalá y siga viniendo usted! Así podría mostrarle el archivo clínico de mi hermano y en alguna otra ocasión, tener la oportunidad de presentárselo. – Guarda silencio al ver que los presentes saludan con entusiasmo a su Maestra, quien escucha la petición de Nayelli y pregunta:

-         ¿Ya están todos los del grupo?

Ante la respuesta negativa por el retraso de dos personas, expresa:

-         ¿Puedo atender a nuestra hermana mientras esperamos? ¿Están de acuerdo?

Todos confirman y Carolina invita a las jóvenes a pasar a un cuarto reducido.

-         ¿En qué puedo servirles a mis hermanas?

Pregunta al acomodarse los lentes y sentarse en una silla de madera con un cojín rojo, detrás de una mesa de escaso medio metro de ancho, cubierta con un paño púrpura debajo de un cristal. Mientras su discípula presenta a su amiga Karla y hace una breve introducción, la Maestra mueve un candelabro plateado y enciende una vela. Karla expresa brevemente sus inquietudes y observa que la mujer saca una caja de madera que se encontraba ubicada en una repisa en la pared a su espalda. La abre y extrae un mazo de cartas que entrega a la joven para que la baraje siete veces. Después, con la mano de la estudiante sobre la baraja, recita una oración y le pide que diga su nombre completo. Le indica que separe tres tantos iguales e interpreta las tres cartas visibles. Las voltea y empieza tiras las cartas:

-         Tu padre tiene una posición importante en su trabajo que le permite un nivel de vida cómodo. Ama mucho a tu madre pero tiene insatisfacción por su modo de ser tan conservador. Quisiera que fuese más audaz para impulsarlo en sus proyectos. Desde que tú naciste, se quiso independizar para crecer económicamente y poder asegurar con holgura la provisión a las necesidades de una familia en crecimiento. Los miedos de su esposa lo impidieron. Pero ha volcado todo su amor e ilusiones en ti. Piensa que tú vas a superarlo con creces y se siente muy orgulloso de que te dediques a estudiar.

Toma el segundo tanto de cartas y al distribuirlas relata:

-         Tienes algunas preocupaciones. La primera es que te enteraste de una calificación baja en una materia escolar, pero no es cierto, aunque tampoco es del nivel que acostumbras. ¡No te angusties! Habrá comprensión de tu papá. Claro que te aconsejará y usará ese elemento para negarte el dinero que necesitas para comprarte cosas que te gustan y crees que te son indispensables. Ten paciencia. La presión de tu mamá para que tengas novio, aquí aparece que es por el profundo amor que tiene hacia ti y según la costumbre familiar, muestra dudas sobre tu comportamiento un tanto desenfadado y alegre. Lo que piensa es que te puedes echar a perder, es decir, que adelantes tu entrega a un hombre y después ya no te puedas casar. Sería conveniente que conociera a tus amistades y supiera siempre en donde te encuentras, al mismo tiempo que cumplas con los horarios de regreso a casa, con lo que abonarás la confianza y si te acercas un poco más a ella, podrá conocerte mejor y saber que responderás a sus anhelos.

Del tercer fajo de bajaras, dice:

-         En poco tiempo conocerás o pondrás atención a un hombre menor a los veinticinco años y de signo Aries. No te apresures. El muchacho está dedicado al estudio y piensa en trabajar en algún lugar en que pueda servir a la comunidad. Aquí señala que los dos terminarán exitosamente su carrera profesional y por la amistad que se fortalecerá entre los dos, seguirán viéndose muy seguido. Después de que los dos se hayan establecido, iniciarán su noviazgo. No será fácil pero al final encontrarán el triunfo en su relación. Las tres lecturas coinciden en lo mismo.

En profundo silencio, Karla se interroga internamente:

-         ¿Será Miguel Armenta? No conozco a otro con esas características. ¡Bueno! Decir que es un amigo es demasiado – y externa su preocupación--, ¿no dice quién será ese hombre de mi vida?

-         No, muchacha. Para eso necesitaríamos una bola de cristal y eso está lejos de mis posibilidades. Por lo menos, de momento, -- le dice sonriente.

La estudiante agradece las palabras de la quiromántica y se confunde cuando se niega a recibir el justo pago por sus servicios.

Abren la puerta y empiezan a entrar los del grupo, para acomodar los bancos y las sillas en semicírculo frente a la mesa. Nayelli le pregunta a su amiga:

-         ¿Tienes mucha prisa?

Y escucha la tradicional respuesta que es con otra pregunta:

-         ¿Por qué?

A lo que escucha:

-         Es que hoy me toca Enseñanza. Este es mi grupo y deseo que me esperes. Apenas son las siete de la noche y en una hora aproximadamente salgo y nos acompañamos de regreso. ¿Quieres?

Acepta y se acomoda en un sofá para tres personas en la sala del comedor al mismo tiempo que se cierra la puerta. Tiene la intención de reflexionar sobre las predicciones y sugerencias que acaba de recibir, pero su curiosidad le obliga a poner atención a los cánticos provenientes del cuarto cerrado.

-         ¿En qué idioma cantan?

Aguza el oído con la pretensión de descifrar las frases en donde solamente entiende las bendiciones. Un intercambio de opiniones y el sonido inconfundible de ejercicios respiratorios. Reina el silencio y después de unos minutos, reanudan las oraciones y cánticos y de nueva cuenta, preguntas y respuestas con risas y aplausos. Percibe cuando se levantan y empiezan a despedirse entre ellos mismos. Abren la puerta y Nayelli sale al último. Ha pasado exactamente una hora. Suficiente para alimentar la curiosidad de Karla. Prudente, se despide y al llegar a la planta baja comenta:

-         ¡Qué guardado te lo tenías! ¿Desde cuando perteneces a esta secta?

La interrogada controla una carcajada y entre risas explica:

-         No es una secta, que se entendería como una doctrina religiosa que se aparta de nuestros principios inculcados en la familia. Yo lo entiendo más bien como una Enseñanza que complementa o aclara y precisa esas bases de religión que nos dieron nuestros padres. Hay una profunda diferencia. Aquí se nos pide que apliquemos en nuestra vida diaria, esas virtudes con las que mejoramos nuestra relación con las demás personas y con nuestras actividades. Es más complejo, pero esta es la base.

Concluye pensando que pasarán a otro tema. Sin embargo, en el taxi y después en el restaurante cercano a la casa de Karla, en el que toman café, la inquietud de su amiga muestra interés en esa extraña actividad de Nayelli y escucha con atención:

-         Después de que me ayudó a recuperar a mi pareja y por la información de los demás hermanos, supe que la misión de la Maestra Carolina es la de entregar la Enseñanza de los Grandes Maestros Iniciados. Por eso empezó la formación de grupos con las personas que iban en busca de sanación o lectura de cartas. ¡Jamás las obligó! Sostiene que el ser humano, desde la creación en el principio de los tiempos, le fue entregado por el Creador de los Universos, el libre albedrío y debe respetarse esa Ley Universal. Convencida del bien que me hizo, acepté ingresar aunque con ciertas reservas, las que le manifesté, porque otro requisito es la honestidad. Fue así como observé una cosa maravillosa: La Maestra es contactada mediante la transmisión del pensamiento por esos seres poseedores del conocimiento...

Su explicación es interrumpida por su amiga:

-         ¿Es una médium? Lo poco que he leído es que los espíritus poseen el cuerpo de una persona, que no encuentran el descanso eterno y, algunas noticias hablan de grandes desgracias por su inclinación al mal, al sentir que pueden disfrutar otra vez la vida. A de...

Interviene la adepta:

-         ¡Párale! Esas son cosas muy diferentes. Mira: Si la Ley Universal exige el respeto al Libre Albedrío, tenemos entonces que esa Ley Universal no permite la posesión de un cuerpo. Existen personas que confunden los principios divinos, y ya sea por ambición económica o de cualquier tipo, invocan a entidades inferiores o del bajo mundo, para pedirles dinero y fama con el poder en su beneficio individual. Ellos si aceptan ser ocupados y trabajan en el mal, sin descontar que están dispuestos a entregar sus almas a sus nuevos amos. De es no se trata la Enseñanza. Te expliqué que los Grandes Maestros Ascendidos se contactan por medio de la transmisión de pensamiento con...

-         ¡Son extraterrestres! Esos seres que viajan por otros mundos y que recientemente dicen que se aparecen con sus platos volantes y hasta se han creado estudiosos del fenómeno OVNI.

-         No es lo mismo, -- sonríe la amiga y señala--, necesitarías entrar a la Enseñanza para que lograses comprenderlo en su dimensión real. Lo único que puedo decirte es que la base de todo lo que nos explican es el Amor y el Perdón. Estas dos energías potenciales en nuestro interior, pueden despertarse mediante el análisis interno para descubrir nuestros errores, debilidades y vicios que obstaculizan nuestro entendimiento para poder observar la causa real de nuestros problemas y poder superarlos con un cambio en nuestro comportamiento individual y con las personas que nos rodean. El resultado inmediato es la mejoría en nuestras relaciones. Aprendemos que no siempre la causa de un conflicto está en los demás, sino que debemos abalizar nuestra propia responsabilidad para descubrir el origen real de las disputas con el compañero, con los familiares o con las amigas y maestros. Al reconocer nuestra propia inercia generadora de esas complicaciones, buscamos como resolverlo y cambiamos nuestra forma de ser. ¿No te parece hermoso? Poder armonizar, por lo menos, nuestro entorno y realizar nuestras actividades con alegría y sin temores infundados.

Karla responde afirmativamente y mira el reloj:

-         ¡Qué bárbaro! Ya son las diez y media y quedé de estar con mi papá a las diez. ¿Nos vamos?

Se levantan y en la puerta surge la pregunta de Nayelli:

-         ¿Qué le vas a decir a tu papá?

-         Nada, -- comenta con su generosa sonrisa y despreocupación --. Solamente prepararlo sobre mis calificaciones y evitar su regaño. Ya me dio la fórmula tu Maestra. Oye, por cierto, ¿tú crees que pueda ingresar a esos grupos?

La tradición entre las dos amigas es muy arraigada:

-         ¿Para qué?

-         ¿Cómo que para qué? Quiero ser como tú: Bien buena onda. Entonces ¿qué? ¿Crees que sí?

Antes de la despedida:

-         Dile a la Maestra... ¡le caíste muy bien! Ella es la que tiene la respuesta. A lo mejor te sorprende.

Se dan un beso en la mejilla para separarse y tomara cada una el camino a sus hogares.

-         Ha sido un día muy largo – piensa Karla al abrir la puerta de su casa.

 

 

 

Capítulo V

El Viajero Dimensional

Capítulo VII

Contacto en el Equinoccio

 

 

 Adam Kardmón, la conspiración del fin del fin del mundo Ó.

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