Mario Luis Altuzar Suárez: Director General

Ana Rosa García Cruz: Gerente

Omar Flores: Coordinador Editorial

 

Novela

Capítulo I

La Manifestación

Capítulo II

El Elegido

Capítulo III

El Secreto de  la Abuela

Capítulo IV

El Adepto de la Oscuridad

Capítulo V

El Viajero Dimensional

Capítulo VI

Los Misterios

de Karla

Capítulo VII

Contacto en el Equinoccio

Capítulo VIII

La Encrucijada

de Martiniano

Capítulo IX

La Revelación

Capítulo X

Las Fuerzas Ocultas del Hombre

Capítulo XI

El Mandato Divino

Capítulo XII

Las Claves del Iniciado

Capítulo XIII

La Renovación

El Autor

 

Ensayo

De cómo se desvío el Destino de México.

Poesía:

La Hora de los Muertos.

Homenaje a Hiroshima.

Cuento;

El Signo de los Tiempos.

Premio UNESCO de Literatura 93.

Metafísico:

Guía del Despertar del Espíritu.

Esotérico:

Tomo I

Del Archivo de Merlín.

Adam Kardmón

La Conspiración del Fin del Mundo

Por Mario Luis Altuzar Suárez

 

Capítulo IV

 

El Adepto de la Oscuridad

 

“En el reinado de Ramsés I, apareció en Egipto un hombre muy alto, tres veces del tamaño normal de los originales del lugar, que dijo llamarse Hermes Trismegisto. Nadie pudo precisar su origen y nacionalidad, pero fue aceptado inmediatamente al saberse de sus profundos conocimientos de música, aritmética, medicina, astronomía y orfebrería. Formó un grupo de diez iniciados que recibieron el secreto de la transmutación de los metales en oro, lo que representó un alto riesgo desestabilizador para el Imperio, por lo que, para preservar las instituciones faraónicas, Seti I puso al margen de la Ley a estos hombres y fueron perseguidos, aunque a la población se les distrajo al ungir a Hermes como el Dios Thot”, lee Eduardo en la ficha que le entregó su departamento de inteligencia y nervioso, reflexiona las palabras de la Abuela: “El Adam Kardmón es de alto peligro para la estabilidad de las instituciones y del mismo sistema productivo mundial”. ¡Cuánta razón tiene! De existir en el presente, con la capacidad de penetrar en cualquier lugar sin ser visto, bien puede saquear los bancos y crear un caos en la Casa de Bolsa. Aunque... sí el pudiese localizarlo antes que nadie, estaría en posibilidad de ofrecerle un acuerdo secreto y muy personal que, obviamente, le beneficie en su ambición política. Tenerlo de aliado, sometido bajo una aparente protección ¡cuánto poder le daría! La idea toma carta de naturalización en su cerebro y ordena:

-         Que traigan a Martiniano Esponda! ¡Es urgente!

El convocado es un hombre corpulento de noventa kilos de musculatura en sus noventa kilos distribuidos en un metro ochenta de estatura. Su tez morena parece enrojecerse cuando escucha al alto funcionario:

-         Usted tuvo un encuentro reciente con un hombre delgado, como de setenta años de edad. ¿No es cierto?

-         Me cae que no tengo la culpa jefecito. Ahí está mi pareja de testigo. Nosotros íbamos en una comisión cuando nos ofendió y...

El político le interrumpe y se acerca con actitud paternal y le da una palmada para tranquilizarlo:

-         No existe problema... de momento. En dado caso y siempre y cuando usted sea leal a mi mandato, tenga por seguro que nada sucederá. ¿Para qué somos los amigos? ¡Eh! Y usted no solamente es un elemento más en esta dependencia. ¡No señor! ¡Usted es mi amigo! Por lo tanto, siempre gozará de mi protección. Conozco muy bien los riesgos que corren ustedes al proteger la seguridad nacional desde la trinchera ingrata del espionaje. Pero yo, siempre me he preocupado por procurarles el respeto que merecen.

Sin lugar a dudas, un excelente discurso motivador, dirigido al ego que puede activar la disponibilidad de los servicios del fortachón con antecedentes criminales. En la corporación se le conoce como el Anticristo.

Martiniano Esponda nació en Tapachula, Chiapas y suspendió sus estudios de secundaria por haber asesinado a un compañero de clases al discutir de cuestiones religiosas bajo el influjo del alcohol. Para eludir la acción de la justicia y reencausarlo en sus estudios, sus padres decidieron enviarlo al Distrito Federal, en donde vivía su hermana mayor en amasiato con el Encargado del Comercio Nacional. En la preparatoria reafirmó sus tendencias a la violencia y fue aprovechado por los grupos porriles subsidiados por la Rectoría para controlar a los universitarios. Desde allí se conectó con los servicios de espionaje en donde incursionó de tiempo completo y sus maestros le otorgaban calificaciones regulares a cambio de recibir protección.

Mostró disciplina y lealtad a sus jefes al penetrar a los crecientes grupos precaristas. Con esas dotes, se ganó la confianza de sus superiores y logró que le entrenaran en el extranjero y al regresar, apenas tres años atrás, fue comisionado para infiltrarse en las logias masónicas. Adoptó un jacobinismo extremo lo que le valió el sobre nombre impuesto por sus compañeros de trabajo. Los sábados y domingos, con sus cinco colegas en investigaciones políticas, organizaba giras de terror en el sur del Distrito Federal, con el fin de allegarse recursos económicos extras, indispensables en su nivel de vida con esposa y dos amantes sumando diez hijos en las tres casas. Estaban plenamente identificados por la policía judicial, imposibilitada de actuar por el fuero federal de sus actividades espías a favor del gobierno.

En esta plática recupera la confianza y se enorgullece de ser designado en una importante misión. Hasta el momento, es el único que conoce físicamente al Adam Kardmón. Recibe sus instrucciones: Deberá buscarlo, secuestrarlo y mantenerlo con vida en una casa de seguridad por el rumbo de Picacho. Darle un tratamiento de “ablandamiento” y “convencerlo” de que deberá servir a los altos intereses de la Nación. Posteriormente deberá entregarlo al Encargado de la Política Interna, quien susurra:

-         Se requiere de absoluta discreción en este asunto que solamente conoce Su Excelencia. Usted deberá reportar todos sus movimientos y resultados, en forma personal y directa, únicamente conmigo, a nadie más. Ya lo sabe pero se lo repito: Está estrictamente prohibido hacer algún comentario a su familia, amigos o compañeros. ¡Es de alto secreto! Espero no haberme equivocado al haberle escogido. Ya conoce lo que le pasa a los indiscretos y es por su bien que siga al píe de la letra las instrucciones.

Extiende una carta dirigida a sus jefes inmediatos, con la orden de haber sido designado en comisión especial, bajo el mando del titular de la dependencia federal. Lo despide con un fuerte abrazo para reafirmar la confidencialidad de la encomienda.

Cuando Eduardo se queda solo, se frota las manos. De no conseguir que el perseguido acepte la oferta de aliarse en su carrera política, simplemente será entregado a las autoridades extranjeras, porque tiene la certeza de que no es mexicano. Es difícil que alguien se niegue a trabajar para él, un hombre considerado como el seguro sucesor del Jefe de las Instituciones en menos de dos años y medio.

Tocan a la puerta del despacho y grita que pueden pasar. En su secretario particular para avisarle que ya está lista la conferencia de prensa a que convocó a los medios masivos de comunicación, con la expectación de grandes anuncios que incidirán en la vida del país. El funcionario se dirige a su baño particular en donde se acomoda la corbata, se alisa el traje casimir fino, pasa el peine por el gris de sus cabellos en las sienes. Toma una loción de fragancia de maderas y rocía generosamente en su cuello.

-         Vamos a ver a nuestros amigos, -- dice en tono confiado y salen de la oficina.

Frente a los periodistas, Eduardo muestra sus excelentes dotes de orador al controlar a un auditorio que siempre se ha caracterizado por su nerviosismo al cuidar las grabadoras, micrófonos y cámaras de vídeo. Los reporteros gráficos adoptan poses extrañas en busca del mejor ángulo del funcionario quien, resume el grave índice de criminalidad en todo el país, reflejado en poco menos de ochocientas denuncias diarias en el Distrito Federal y los autotransportistas federales se quejan de más de mil quinientos asaltos al mes. Existe la estimación de que cinco de cada delito denunciado, no es registrado por las autoridades. El modus operandi más reciente, muestra una peligrosa tendencia al ataque a extranjeros que afecta las relaciones internacionales y presiona la fuga de capitales, en momentos en que el modelo económico necesita de los inversionistas internacionales, como alternativa para enfrentar el desempleo y ofrecer la recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores.

El funcionario es claro en rechazar la imposición de la pena de muerte por su inutilidad comprobada en los países desarrollados. Aunque en realidad, los juicios sumarios denunciados por organismos de los derechos humanos, son minimizados en supuestos enfrentamientos de bandas de delincuentes. Toca un punto medular: El crimen organizado ha permeado las altas esferas militares, policíacas, financieras y políticas, lo que obliga a diseñar esquemas más drásticos para aspirar a combatirla.

En la Cámara de Diputados los partidos políticos consensaron la exigencia a la administración pública de acciones más severas para erradicar la inseguridad nacional que amenaza con desbordar los límites de la estabilidad social. El Encargado de la Política Interior alcanza el clímax en sus gesticulaciones:

-         En atención al justo reclamo de la sociedad, expresada por los legisladores, se ordena la reestructuración del Comité Nacional de Seguridad, coordinado por una persona con trayectoria y reconocimiento en el poder judicial. El mecanismo de selección buscará confirmar el espíritu democrático que orienta la actividad de nuestro alto Jefe de las Instituciones. Es decir, que se integrará una terna con cinco destacados juristas, elegidos por Su Excelencia y propuestos ante los representantes populares para que elijan al mejor hombre. Se garantiza así, la ciudadanización de la nueva entidad que creará una corporación nacional y será rectora en las ya existentes en el ámbito federal, estatal y municipal. Dependerá de la Guardia Especial de Sui Excelencia con la asistencia del Despacho Encargado de la Política Interior y el de la Defensa Nacional y con voz pero sin voto, de los legisladores y partidos políticos. Con el apoyo del Consejo para las Elecciones, se levantará un padrón ciudadano en todo el país, importado directamente de nuestros vecinos del norte, consistente en un micro chip indoloro, instalado debajo de la piel para transmitir una señal electrónica que recogerá un satélite conectado a las centrales policíacas. En un principio será aplicado en un Programa Piloto a los delincuentes de alta peligrosidad y en una campaña nacional de vacunación, sin costo alguno para los contribuyentes, se abarcará a toda la población, en donde se incluye la implantación de un código dérmico. Como podrán darse cuenta, se trata de un método absolutamente eficaz para controlar el índice criminal. ¡Nadie deseará delinquir, por el temor de ser identificado y rastreado casi en el mismo momento de la acción! Ya no habrá políticas segregacionistas que buscaban dividir en dos bandos a la ciudadanía: Los malos y los buenos.

-         ¿Quién pagará los costos? – pregunta un periodista. El funcionario se acomoda para una fotografía y anuncia:

-         La Administración Pública absorberá el cuarenta por ciento de los costos del sofisticado sistema anticrimen, que ubicará al país entre los primeros del mundo. El resto, será financiado por un generoso crédito de los Estados Unidos, con plazos muy largos para su liquidación total.

En la sesión de preguntas y respuestas el funcionario hace gala de su habilidad retórica para convencer a sus oyentes de que al anular la Cédula de Identidad Nacional que discriminaba a los sectores más desprotegido de la población, y adoptar el novedoso Código Dérmico de Identificación, se respetó el legítimo y justo reclamo de la sociedad de preservar la privacidad. Ya no será necesario acudir a las fórmulas desgastadas y poco confiables del interrogatorio a los supuestos delincuentes y que en muchas ocasiones, resultaban ser personas decentes. Se arroja al cesto de la basura la técnica de intervenir teléfonos y de otros mecanismos de invasión de la intimidad a que tiene derecho la población..

Anuncia también la apertura política a los diferentes credos religiosos:

-         El Estado jamás ha tenido ni tendrá una preferencia especial por determinada iglesia. Históricamente, la administración es laica y respetuosa de la libertad de creencias. Para regular las actividades de estos sectores, con pleno respeto al mandato de la Ley, se reglamentarán las atribuciones de los diferentes credos, en donde, indudablemente, contaremos con el apoyo incondicional de los partidos políticos con participación en la Representación Popular. Vivimos tiempos que exigen una mayor apertura en la defensa de los valores básicos de la sociedad.

Los argumentos de preservar la seguridad territorial, se apuntalan con carpetas informativas, cuidadosamente elaboradas con estadísticas que muestran los centros nerviosos de los actos criminales. Se incluyen diferentes peticiones de los legisladores controlados por el partido en el poder, y por lo mismo, con inclinación dócil a su dirigente nato. El jefe de prensa desliza, a la par de las carpetas, sobres con dinero para cada uno de los asistentes y una orden de inserción de publicidad. Se reporta con el funcionario:

-         Engrasada la maquinaria, señor. De aquí en adelante, atenderé personalmente a columnistas y editorialistas para orientar objetivamente a la opinión pública con las bondades del proyecto tan completo que usted acaba de anunciar. Medidas urgentes y patrióticas que atienden el reclamo de los electores.

-         No olvides los regalos a los directores y jefes de información y de redacción de los medios. Es muy importante tenerlos de nuestro lado, -- le susurra Eduardo a su subalterno quien afirma con la cabeza mientras piensa:

-         De aquí depende su futuro y el mío. Debemos obtener buenos resultados para garantizar su postulación como candidato a la Grande. ¡No debo fallar! Mi interés personal también está en juego. ¡Llegaremos! ¡Claro que llegaremos!

Al regresar a su despacho, Eduardo observa en la parte superior de su escritorio, un sobre negro, lacrado, con sello desconocido. Por su espalda corre un sudor frío ante el presentimiento de una comunicación importante para su futuro inmediato... aunque misteriosa. Pregunta a la secretaria sobre el origen de tan extraña misiva y se desconcierta ante su negativa de haberla recibido o de haber visto algún mensajero. Cierra la puerta con llave y coge la misiva con la mano izquierda y empieza a golpearla suavemente de canto sobre la mano palma de la mano derecha. Dominado por la curiosidad lo abre y desdobla un papiro con olor a viejo. Sus ojos pasan con avidez sobre el mensaje. “Hoy, a las veintidós horas, te recogerán en La Hacienda de los Sonorenses. ¡No faltes!”

Se molesta, más no por lo escueto de la comunicación si no por qué alguien, protegido por el anonimato, le da órdenes. ¿Quién es el atrevido de grave ofensa? Inmediatamente centra su atención en algo más importante: La seguridad interna es deficiente. ¿Cómo es posible que aparezca un sobre sin que nadie haya detectado su trayectoria? Con la psicosis de las cartas bomba registrada en los Estados Unidos y Europa, el asunto se magnifica. Sus cavilaciones se interrumpen por el sonido del teléfono de la red privada:

-         ¿Ya la recibiste?

-         ¿Qué cosa?

-         ¡La invitación!

-         ¡Sí! Ya la tengo, -- dice confortado al reconocer la voz femenina y se agita su corazón al intuir en su ponderado sexto sentido que, se abre el camino a sus ambiciones personales.

-         ¡Se puntual! – Le ordena y corta la comunicación.

Inmediatamente cancela todas sus actividades y decide ir a su casa para descansar y prepararse a conciencia antes de acudir a la cita nocturna.

 

 

 

Ingresa por los amplios jardines del restaurante. A su paso, saluda a los comensales conocidos y se disculpa por no poder acompañarlos. Está inquieto y prefiere aislarse en el bar antes de que algún comentario indiscreto pueda dar alguna señal a los demás sobre sus aspiraciones y sueños. Toma asiento y ordena un coñac de importación. Enciende un puro y se pierde en las formas caprichosas del humo. Toma la copa que le acaban de servir recién calentada a fuego lento y disfruta el aroma de la bebida envejecida en barricas de roble. Tiene la seguridad de que está a punto de encontrar el momento clave de su vida. Ya se mira en campaña electoral y un cosquilleo en los genitales se presenta cuando se visualiza al tomar posesión del cargo. ¡Cómo disfrutará ese momento!

Apenas percibe una suave y cadenciosa voz femenina que le llama por su nombre de pila. Regresa a la realidad un tanto confortable por la visión de la figura alta y delgada, de rubia cabellera con tenues rayos rojizos que dan un marco perfecto al fino y delicado rostro, delineado por exquisitos afeites. El modelo de firma exclusiva en guipeiure negro con vivos de terciopelo, resaltan la silueta de un metro setenta. El atrevido escote despierta su instinto de hombre que disimula con un cortés saludo al rozar con los labios los blancos dedos largos y protegidos por anillos de oro y piedras finas. Recibe la contra seña y la sigue al exterior del lugar.

Abordan una limusina con vidrios polarizados. Dos hombres de vestimenta negra le acomodan en el asiento trasero al mismo tiempo que le imponen una venda en los ojos. Le advierten que no se aceptan preguntas. El trayecto deberá realizarse en absoluto silencio. Escucha el ruido del motor que arranca y busca aguzar el oído para establecer la ruta. ¡Es imposible! En momentos parecería que pasan por el interior de un mercado y en segundos siente que transitan por caminos de terrecería. La noción del tiempo huye del enceguecido temporalmente. Se apaga el motor. Abren las puertas apresuradamente. Lo sacan violentamente del automóvil y le despojan de anillos, pulsera, cadenas, reloj, cartera y cinturón. Es empujado y trastabilla por el sinuoso y desconocido camino. Un pensamiento cruza fugaz en su indefensión: ¿Lo estarían secuestrando? ¡Imposible! Sería el colmo para su brillante carrera política. Recuerda el mensaje del sobre negro y se aferra a las palabras femeninas para tranquilizarse. Crujen los goznes de la puerta y lo avientan a un mullido sillón. El silencio pesa más en esos momentos. Sus manos levantan un poco la venda de los ojos sin que logre ubicar el lugar. Calcula que por lado, el cuarto deberá tener cinco metros, sin más muebles y adornos que el sillón forrado con tela de satín negro en que se encuentra sentado.

Su presión sanguínea se eleva cuando se abre la puerta. ¿Qué se arrastra? ¡Ah! Parece que es tela. Acto seguido, es inconfundible, el ruido de cadenas.

-         ¡Quítate la venda! – le ordenan una voz masculina. Presuroso cumple el mandato y observa a un entunicado con capucha cónica. Sus ojos parecen despedir un brillo de fuego. En su mano derecha sostiene una gruesa cadena. Con la mano izquierda le avienta con desprecio una túnica blanca para que la ponga encima de su vestimenta. Le manda que le siga en absoluto silencio.

Transita por un angosto pasillo iluminado con tubos morados que enmarcan la penumbra de las paredes adornadas con nichos alumbrados por lámparas de aceite y esculturas demoníacas. Conforme se avanzan, Eduardo alcanza a distinguir unos cánticos extraños e indescifrables. Salen a un amplio salón decorado con una bóveda azul oscuro en donde destacan las constelaciones del cosmos presididas por la Osa Mayor. En la base se encuentran juegos de luces que semejan grandes lumbreras. Al precisar el canto monótono y repetitivo, siente que el corazón se le constriñe: “¡Baruk, eme ya, Baruk!” Dirige su mirada al frente y la posa en una mesa pentagonal de mármol, con bordes dorados en fondo negro para resaltar una estrella de cinco picos enmarcada en rojo carmesí, en cuyo centro reina un ojo de dragón con una gema incrustada ¡cómo si tuviese vida propia! Allí se encuentra recostada y desnuda una joven mujer que presenta convulsiones de éxtasis.

Hasta el recién llegado se acerca un hombre de túnica negra aterciopelada con grecas de oro. Habla un lenguaje extraño y desconocido al marcar con su báculo un círculo a su alrededor. Baja la vista a sus píes y descubre que está en el punto medio de una estrella pentagrámica, con símbolos similares a los que vio en una pirámide de Egipto. Detiene sus inquietos ojos para maravillarse del inmenso medallón de un metal desconocido y con la imagen de un hombre crucificado pero ¡de cabeza!, colgante de una gruesa gargantilla. Mecánicamente obedece la orden de beber el contenido caliente de una jícara de plata. Con el brebaje acuoso le invade una sensación de seguridad y alegría que desbordan sus sentidos, despojándolo de su voluntad. Apenas y opone resistencia cuando recibe la daga de mango tallado que semeja la cabeza de un macho cabrío con rasgos humanos. Se deja conducir a la mesa y con euforia levanta los brazos, agarrando con las dos manos el arma, para imprimirle su fuerza corporal y precipitar el golpe mortal en la fémina convulsa. Le extrae el corazón y lo muerde para tragar el pedazo con desesperación. Ofrece el resto de la víscera cardiaca a una hornilla candente bajo los píes de una estatua que parece un ser humano con cabeza de perro.

Eduardo está seguro de que los coros de sesenta y seis adeptos celebran su incuestionable valor. El ruido de un motor llama su atención. ¡Se mueve la pared lateral del pasillo por donde ingresó! Todos se arrodillan con la cabeza gacha. Aparece una pantalla de vídeo muy grande. La primera señal es la identificación de origen: Wall Street Vídeo Home. Acto seguido, aparece un rostro masculino cubierto con un antifaz y en perfecto español le dice:

-         Acabas de ingresar a las filas del Gobierno Universal. Nos congratulamos de tus votos y juramentos en el altar de los sacrificios. Tenemos en ti, un discípulo comprometido a defender con la vida, impulsar y propagar nuestros postulados. ¡El tiempo ha llegado! ¡Abandonaremos la oscuridad milenaria! Nos esperan mil años de dicha. De nosotros dependerá prolongar ese tiempo. ¡Conquistaremos la Quinta Dimensión que nos fue vedada injustamente! ¡Salud! – Y se diluyó la imagen.

Cada uno de los asistentes se acerca al recién Iniciado para abrazarlo y besarle las mejillas, la frente y la boca. Se abren las puertas para dar acceso a una sala adornada con columnas, sillas, mesas y camastro al estilo romano. Los adeptos cambian túnicas y ropajes por batas de encaje transparente. Unos deciden disfrutar la confortable alberca de agua termal en la refocilación carnal. Otros degustan las ricas viandas y vinos dispuestos para celebrar la ocasión. Sin despojarse de unas mascarillas que protegen el anonimato de los participantes, empiezan el coqueteo hetero y del mismo sexo entre hombres y mujeres. Se entregan a la lujuria y pasión corporal con aullidos y jadeos. En este lugar y momento se carece de los límites de los géneros femenino y masculino. Se intercambian parejas. Los sadistas encuentran látigos, cadenas y un abanico de enseres para atender a los masoquistas. Por hoy, Eduardo ocupa el lugar de honor, lo que le permite recibir varias proposiciones. Intenta conocer el nombre de la mujer con la que sostiene la primera relación:

-         No es posible. Podemos hablar de todo lo que desees, menos del nombre, del trabajo, amigos o familias. Después de un tiempo tendrás acceso a cierta información.

Comprende que la información es muy cerrada. En ese ambiente novedoso, existen reglas rígidas. Lo mejor es olvidarse de cualquier protocolo y entregarse al momento tan placentero en donde el único límite es el de su resistencia física que, curiosamente, es superado con inexplicable facilidad al ingerir los vinos de mesa sin marca visible.

Siente que la fiesta está en su apogeo cuando los mismos hombres que le recibieron se acercan para sugerirle que es el momento de partir. Refunfuñando, busca su ropa para vestirse y acompañar a sus anfitriones. Al subir al automóvil... le vendan los ojos. Protesta:

-         Ya soy uno de ustedes. ¡No deben tratarme así!

Los hombres guardan silencio y cumplen con su cometido de vendarle los ojos e inician el camino de regreso, empero, ahora sin escatimar esfuerzo por desorientarlo. Por fin se detiene la marcha del automotor y le bajan del vehículo al mismo tiempo que le arrancan la venda de los ojos. A manera de fría despedida le indican en donde se encuentra su chofer. De regreso a su casa, guarda silencio rememorando con satisfacción los hechos recientes. ¡Está agotado! Pero valió la pena:

-         Las Ligas Mayores me esperan. – Piensa con cierta vanidad interna.

En la cama empieza a conciliar el sueño cuando suena la red privada. No deja que su somnolienta esposa conteste. Reconoce en el auricular la voz familiar de la Abuela:

-         ¿Satisfecho? ¡Nosotros lo estamos! ¡Fue una iniciación grandiosa! Te daremos una copia del vídeo. ¡Hasta el Gran Maestro te recibió! Nunca debes olvidar este momento tan importante para tu vida. Tiempo habrá para que se te informe sobre el importante servicio que prestarás a nuestros esfuerzos para preservar el poder de la humanidad. Por ahora... descansa.

Y con el chasquido de un beso, corta la comunicación.

 

 

 

Capítulo III

El Secreto de la Abuela

Capítulo V

El Viajero Dimensional

 

 

 Adam Kardmón, la conspiración del fin del fin del mundo Ó.

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