Mario Luis Altuzar Suárez: Director General

Ana Rosa García Cruz: Gerente

Omar Flores: Coordinador Editorial

 

Novela

Capítulo I

La Manifestación

Capítulo II

El Elegido

Capítulo III

El Secreto de  la Abuela

Capítulo IV

El Adepto de la Oscuridad

Capítulo V

El Viajero Dimensional

Capítulo VI

Los Misterios

de Karla

Capítulo VII

Contacto en el Equinoccio

Capítulo VIII

La Encrucijada

de Martiniano

Capítulo IX

La Revelación

Capítulo X

Las Fuerzas Ocultas del Hombre

Capítulo XI

El Mandato Divino

Capítulo XII

Las Claves del Iniciado

Capítulo XIII

La Renovación

El Autor

 

Ensayo

De cómo se desvío el Destino de México.

Poesía:

La Hora de los Muertos.

Homenaje a Hiroshima.

Cuento;

El Signo de los Tiempos.

Premio UNESCO de Literatura 93.

Metafísico:

Guía del Despertar del Espíritu.

Esotérico:

Tomo I

Del Archivo de Merlín.

Adam Kardmón

La Conspiración del Fin del Mundo

Por Mario Luis Altuzar Suárez

 

Capitulo VIII

 

La Encrucijada de Martiniano

 

-         ... no estoy jugando! ¡Carajo! Usted tiene la obligación de ayudarme, --vocifera Martiniano Esponda a un interlocutor de risa cínica que le provoca espasmos en su metro sesenta de estatura, vestido con impecable traje negro de casimir de importación. Sin perder la compostura, el hombrecillo descubre el brillo siniestro de sus ojillos al quitarse los anteojos para limpiarlos y cuestionar:

-         ¿Yo tengo la obligación? Creo que usted sufre una profunda equivocación. Ni le conozco. Y seguramente usted también me desconoce, porque de lo contrario no se atrevería a utilizar ese lenguaje impositivo. ¡Deje que le cuente a su jefe, Don Eduardo, y verá como será destituido de inmediato! Mi po...

-         ¿Ya déjese de pendejadas! Y siéntese. ¿Ve este legajo? ¡Es su expediente! ¿Quién se imagina que me lo dio? ¡Precisamente mi jefe! ¿Observa? Aquí, con letras grandes dice que es confidencial.

-         Suponiendo que así sea, ya que necesito verificarlo con m amigo...

-         ¿Su amigo? No me haga reír. Ni siquiera lo recibe.

-         ¡Bueno!... Pero tengo mis mecanismos para quejarme.

-         ¡Quéjese todo lo que quiera!

-         ¡No! No quiero que se mal interprete. Solamente deseaba estar seguro de lo que me dice. Es una forma tan inusual. Usted comprende. Aparte de lo extraño, lo más importante es: ¿Qué gano yo si acepto ayudarle?

-         ¿Qué es lo que gana usted? ¡Fácil! Que le sigamos considerando nuestro amigo. ¿No lo considera suficiente pago? Mire, le voy a explicar por qué es tan importante para usted seguir siendo nuestro amigo. Aquí, en esta carpeta que señala “Expediente confidencial de Marco Flores Vázquez” no solamente está su lugar y fecha de nacimiento. ¡Aquí está toda su asquerosa vida! ¿Comprende?

-         ¿Qué pueden saber que no sepa ya? ¡Soy un funcionario público!

-         ¡Sí! Es Ministro del Alto Cuerpo de Justicia Local. ¿Y los delitos que cometió en Tijuana? ¿Serían acaso errores de juventud por sus veinte años y que salió huyendo para evadir la justicia?

-         ¡Ya prescribieron!

-         Eso es cierto. Pero serían un manjar para la prensa y sus traicionados cofrades de la escuadra y el compás.

-         ¡Yo jamás he traicionado a mis hermanos!

-         ¿No? ¿Ya se le olvidó su expulsión en mil novecientos setenta y siete de la Gran Logia Valle de México? Usted se hizo pasar como masón al llegar al Distrito Federal para ingresar a la institución. Y después del apoyo político que recibió para obtener una plaza en el magisterio, se creyó demasiado inteligente como para apoderarse de la dirección del organismo. Se alió a los políticos del partido oficial que controlaban los grados superiores de la masonería y ¿qué pasó? ¡Fracasó! Todo está registrado en este expediente.

-         ¿Sigo siendo masón! ¡Soy el único que represen...

-         ¿Y sabe por qué? Porque falsificó el nombramiento que le dieron para representar al Gran Maestro en un acto en el Estado de México, y lo presentó como la autorización para buscar apoyo financiero con su tocayo del magisterio que empezaba a liderear un grupo político económico, cuando en realidad buscaba usted su beneficio personal. Usó el nombre de reconocidos masones para engañar en la formación de esa empresa que hace pasar como organización de masones que, de serla, sería espuria por su ilegitimidad y sin reconocimiento internacional. ¿Para qué sirve? Para su provecho individual al confundir a las masas ignorantes y usarlas cada vez que usted le presta un servicio al sistema. Por ello se le paga muy bien. Desde la renta hasta recursos económicos para que sostenga a sus múltiples mujeres. ¡Usted es parte y propiedad de nosotros! Tenemos los registros contables para probar hasta el último centavo que se le ha entregado y, judicialmente, podemos proceder en su contra en el momento apropiado. Se incluyen, incluso, los gastos de sus múltiples viajes al extranjero en los días previos a la muerte del candidato para impulsar la reelección de...

-         ¡Está bien! Está bien. Ya comprendo la sugerencia pero... ¿no habría la posibilidad de un pequeño arreglo?

-         ¿Cómo cual?

-         Tengo un hijo que he preparado para controlar mi empresa masónica. Aunque está en el partido oficial de funcionario, pues... la verdad no le alcanza. Hace cuatro años que se casó y necesita mayores ingresos en algún puesto en que también pueda servir a los amigos...

-         ¿Qué está tramando?

-         No se altere. Es una cosa sencillísima. Se trataría únicamente de acomodarlo en el Instituto Fiscal Federal. Allí, en el departamento Antinarcóticos podría haber una excelente vacante, no se, creo que de Ministerio Público, tal vez. Solo es cuestión de que alce usted el auricular y me recomiende. Así, haría una cita con el director general y le llevaría unos arreos masónicos y le daría un grado y a usted nuestra eterna cooperación...

-         No le prometo nada. Lo plantearé con mi jefe. De momento tendrá usted que empezar   a colaborar conmigo, en forma directa y discreta. Es urgente que ubiquemos a este sujeto. Ya tiene en su poder las características y retrato computarizado. Alguno de sus subordinados podría encontrar alguna referencia.

-         ¿En la Gran Logia o tal vez con mis amigos de Lucerna...

-         ¡No! Ahí ya investigué y como es tradicional en políticos disfrazados de masones, carecen de antecedentes directos. ¡Claro! Desde el cisma que usted generó en mil novecientos setenta y siete, desaparecieron muchos archivos importantes. Y verbalmente, de los viejos que ayudaron a constituir ese organismo en mil novecientos cuarenta y cuatro, nadie recuerda a ese hombre. No es posible por allí. Es más seguro que tenga alguna conexión con alguna de las sucursales de su empresa personal o que alguno de sus colaboradores que asisten al mismo tiempo a centros culturales o de estudios espirituales. Seguramente ha tenido alguna relación con ellos. Usted sabe moverse muy bien en ese mundo con la ayuda de sus amigos periodistas. ¡Haga lo mismo que con el famoso cura de la Ostia Sangrante! O acuda a esas personas sin escrúpulos que utiliza en sus trabajos de magia negra para someter o anular a los enemigos del sistema. ¿Cómo lo ha hecho con periodistas independientes y críticos y dirigentes sociales? Lo que sea necesario pero ¡hágalo ya!

-         No sé si pueda...

-         ¡Tiene que poder, cabrón! Esto no es cosa de juego. La Seguridad Nacional está en peligro.

-         Está bien. Está bien. No se sulfure. Pero ahí le encargo mi pequeña solicitud...

-         ¿Cuál?

-         La del trabajo para el orgullo de mi nepotismo. Usted sabe... ¡bien podría acelerar la búsqueda que me pide! Sería como un pequeño aliciente...

-         ¡Mire cabrón! Conmigo no funcionan esas chingaderas. Por lo que le puedo anticipar que si fracasa en su colaboración en este asunto, lo único que se puede acelerar es que le refunda hasta su quinta generación. ¿Está claro? Y ahora, ¡lárguese! ¡Póngase a trabajar!

Al verlo salir, respira profundamente al pensar:

-         ¡Pinche vividor! ¡Pero aquí se chinga! Se cree muy inteligente y se quiere pasar de listo. Para un cambrón se necesita cabrón y medio como yo.

Riéndose de su conclusión, observa su reloj de pulsera y se inquieta. Tiene el tiempo justo para trasladarse a la Magdalena Contreras. Alienta la esperanza de que la Dirección General del Centro de Operaciones de Inteligencia haya encontrado alguna pista sobre el hombre que busca. Confía en que puedan auxiliarle en su pesquisa ultra confidencial, por la experiencia adquirida en sus cerca de cuarenta y cinco años de fundado el COI como la “réplica exacta de los servicios de inteligencia del Norte”, sin descontar la actualización del equipo tecnológico que se inició quince años atrás, por sugerencia de un extranjero adoptado como asesor gubernamental en el Sexenio de la Prestidigitación Económica.

Martiniano se encuentra ya en el automóvil que le proporcionaron para facilitarle su movilización en la investigación especial. Escucha música de marimba con melodía norteña. No puede resistir la tentación y activa la sirena policíaca para abrirse paso entre los cansados conductores que transitan por el Periférico. Relativamente, hace poco tiempo para llegar a su destino.

Deja el vehículo en el amplio estacionamiento del edificio de gruesas paredes de concreto con sólida estructura de acero. En el edificio se utilizó la novedosa arquitectura antinuclear para proteger los secretos de Estado. Camina sobre los adoquines en medio de prados florecientes. Pese a su experiencia personal en la institución de espionaje, se siente un poco incómodo por la observación minuciosa desde complejos sistemas electrónicos.

En la puerta de acceso, sus credenciales son cotejadas en pantallas digitales y le indican que pase a un cuarto estrecho con vidrios antibalas, en donde es inspeccionado por medio de rayos infrarrojos. Pasa a una sala contigua en donde pone su mano derecha sobre un monitor que emite una luz blanca y verde para detectar su estructura molecular y sus ojos son revisados por una cámara de vídeo conectada a la computadora central que compara en sus archivos las radiaciones del iris.

Cumplidos los rígidos requisitos de seguridad interna, espera unos segundos y observa a una rubia de metro sesenta, con uniforme castrense y con armas de alto poder en la cintura. Le ordena que le siga e ignora despectivamente su intento de conversación. Una frialdad femenina que contrasta con el cálido recibimiento del Director de Operaciones Internas:

-         Así que aquí tenemos a nuestro hombre: ¡Don Martiniano Esponda! Es muy famoso por sus correrías por el sur de la ciudad pero más por su infiltración a las organizaciones masónicas. ¡Se ganó a pulso ese mote del Anticristo! Sea bienvenido. Pero, pase, pase. ¡Siéntase como en su casa! Bueno, como en una de sus casas que tiene en el Distrito Federal porque la de Tapachula no creo que quiera recordarla.

-         Ese tiempo ya está en el olvido. ¡Ya se me juzgó y se me perdonó!

-         ¡Claro! Claro. Al momento en que ingresamos a esta actividad, se nos perdona todo. Eso lo sabemos muy bien. ¡No se irrite! Aquí está entre amigos. Solamente quería manifestarle mi sincera amistad y aprecio a su gran valor. ¡Entre nosotros, debemos conocernos mejor! ¿No lo cree así? Aquí, en este sagrado recinto, encontrará a puros compañeros dispuestos a confirmarle su hermandad. ¡Somos leales y sinceros! Todos, en algún tiempo, tuvimos un resbalón. La vida no siempre es fácil. Pero nos caracterizamos por enfrentarla sin miedo. ¡Nos reponemos de inmediato! ¿No lo piensa usted así?

-         Eso creo.

-         ¡Claro! Claro. Ahora es un importante agente comisionado en una investigación especial y sabemos que es super secreta. ¡No! No se crea que lo supimos por usted o por el memorando que nos presentó. Usted sabe... estas cuestiones de seguridad nacional siempre trascienden aunque no siempre se logre establecer el mecanismo o la fuente de información- Y aquí nos tiene a nosotros. ¡Todos estamos dispuestos a coadyuvar en su trascendental encomienda de encontrar al Iniciado!

-         ¿Iniciado?

-         ¿No lo sabía? Lo que está usted buscando y nosotros le ayudaremos incondicionalmente a encontrar, es precisamente un Iniciado, de esos que existieron por allá en las Cruzadas o tal vez mucho antes. ¿Le interesa?

-         ¡Gracias, muchas gracias compañero! ¿Qué me tiene? O... ¿esa “jalada” de Iniciados es lo único que puede ofrecerme?

-         No se crea que tan “jaladas”, compañero. Ya sabe que pese a lo sofisticado de estas instalaciones y su “burbuja de cristal” con sesudos analistas, el trabajo es un poco deficiente. Pero no se preocupe. Algunos de nosotros estamos vinculados, por no decir que comisionados de Comunicaciones en la Defensa Nacional y ahí sí existe una verdadera infraestructura de inteligencia. Por eso es que contamos con algunas cosas que pueden interesarle.

Oprime un botón rojo que acciona el mecanismo para abrir una puerta oculta en un librero y le invita a seguirle mientras comenta:

-         Después de cotejar los expedientes del servicio militar con los archivos electorales, con base en los datos que nos proporcionó y el retrato hablado, el universo se logró reducir a cien personas. ¡Un gran avance! Sin embargo, nuestra inclinación al perfeccionamiento y eficiencia de estos tiempos modernos nos condujo a realizar otra depuración. En esta ocasión redujimos a los potenciales candidatos al número de diez.

Le señala un confortable sillón para que se siente frente a una pantalla de fibra óptica, controlada por una consola cibernética:

-         Aquí se resume el trabajo de miles de analistas que protegen la seguridad de la República durante las veinticuatro horas del día, toda la semana. Estamos conectados, además, con los principales centros de espionaje del mundo, lo que enriquece nuestro banco de datos. Aunque seguimos dependiendo del factor humano y existen “pequeñeces” como esa que ignoró la llamada telefónica de lo que se alzaron en armas en su estado, pero hay una explicación: Era fin de año y quien podría imaginarse una cosa así.

-         ¿Esa fue la causa real?

-         ¿Quiere saber un secreto? Teníamos órdenes superiores de ignorarlo. Pero, ese es otro tema que no le conviene saber. Mire... ¡Sí! Este es el primero de los seleccionados –y aparece en la pantalla la fotografía de un hombre con sus principales datos--, se llama Daniel Olvera, nacido en La Piedad, Michoacán...

-         ¡No! Ese no es. Aunque se le parece un poco, pero estoy seguro que no es, -- expresa el investigador especial al observar la imagen.

-         Pasemos, entonces, al segundo. Se llama Gabino Lerma que nació en Nuevo Laredo, Tamaulipas, en...

-         ¡No! Tampoco es. Debe reconocerse que existe un gran parecido.

-         ¿Usted lo conoció?

-         Es un decir. Tuve un altercado callejero con ese sujeto. Empero, se me quedó grabado su rostro. ¡Usted sabe! Vicios de nuestra profesión.

-         Es cierto. Prosigamos. Aquí tenemos a Martín Díaz Hernández que nace...

-         ¡Ese es! ¡’El es! ¡Hijo de puta, no te puedo olvidar! ¡Sí, compañero! Ese es el maldito que busco. Y Tanto trabajo para rastrearlo. Se observa mucho más joven en la fotografía. ¿De cuándo es?

-         De mil novecientos noventa. No es muy vieja. Un hombre no puede cambiar tanto en pocos años. ¿Lo quiere?

-         ¡Esa pregunta...! A eso vine ¿no? Espero que esté completa la información.

-         Bueno, bueno. En lo que llegamos a la otra oficina tendrá el expediente completo. Había preparado una carpeta de cada uno.

Recibe la documentación en una caja negra sellada con la frase “Confidencial”. Apresuradamente se despide para dirigirse a su casa.

 

 

 

En el confort de su departamento secreto, incluso para su misma familia, tiene un archivo personal que podría serle útil para cruzar información y anticipa la forma y día en que procederá a secuestrarlo para presentarlo a su jefe. Pone la caja sobre la mesa de trabajo y se sirve un poco de aguardiente en un vaso. Lo paladea y se sienta frente a la caja. La mira unos minutos con euforia contenida. Está seguro que ya resolvió la investigación:

-         Un triunfo más de Martiniano Esponda. ¡Salud, mi buen!

Rompe los sellos y abre la caja de cartón. Deja a un lado la tapa de los documentos y encuentra una ficha introductoria:

“Díaz Hernández, Martín. Nació el quince de enero de mil novecientos veintiocho en la Isla del Carmen, Campeche. Hijo de Trinidad Díaz, un pescador de coral y Manuela Hernández. Estudio la primaria y secundaria en escuelas públicas en Chetumal. Sus altas calificaciones fueron la base para que lograse conseguir una beca en el Distrito Federal para estudiar la Vocacional y después, pasar a la Escuela Superior de Biología. Curso la Maestría en el Instituto Pasteur de Francia y el doctorado en la Universidad Complutense de España. Participó en agrupaciones pacifistas, opositoras al ingreso de México en la Segunda Guerra Mundial. Su cercanía con los “cardenistas” le llevó a ser un activista del Henriquismo que le disputaba la Presidencia a Miguel Alemán, y a organizar brigadas de apoyo a Cuba en mil novecientos sesenta y dos. Fue entusiasta defensor del Movimiento Estudiantil de mil novecientos sesenta y ocho, retirándose en agosto de ese año por sospechar sobre la rectitud y honestidad de los líderes que asumieron el control en mayo, al descubrir que un político poblano de ascendencia tabasqueña, Manolo Bartoliano, les entregaba los emolumentos semanales. Se le ubica en agrupaciones estudiosas de la vida extraterrestre y platillos voladores desde mil novecientos sesenta y nueve. En la década de los ochenta se le ubicó en sectas espiritistas y la última dirección antes de pasar a la clandestinidad, fue en el número setenta y cinco de la calle Amores en la colonia del Valle en el Distrito Federal que fue destruida por un sospechoso incendio. Desde mil novecientos ochenta y ocho, nadie sabe en donde vive y las razones que le llevaron a dejar su vida normal. Se le considera de riesgo potencial por sus relaciones internacionales que contactó al recibir una veintena de reconocimientos y premios mundiales, aparentemente, por sus aportaciones científicas, aunque los analistas de investigaciones políticas, prefieren creer que se trataba de algún intercambio subrepticio en apoyo a los enemigos del país. Se ha solicitado la cooperación de policías de países amigos para rastrearlo sin descontar que haya desaparecido por causa mortal. Cualquier informe debe reportarse al COI”.

-         Sí, como no. Ahorita lo reportó al COI. ¡Es mío! Aunque... es pesado el angelito. Pero veamos. Por aquí debe haber una pista segura para encontrarlo.

Empieza a hurgar en los cientos de papeles y fotografías del nutrido expediente. Nombres de amigos y familiares desaparecidos o ya fallecidos. Fotocopias de documentos oficiales. En las hojas en que pudiese haber un indicio, las letras son ilegibles. Al paso de las horas aunado al excesivo consumo de aguardiente, Martiniano se empieza a desesperar. Saca de un cajón del trastero una bolsa con hierba y forja un carrujo de marihuana, con la idea de tranquilizarse. En cada fumada retiene el humo por unos segundos en sus pulmones para exhalar delicadamente. Terminado el cigarrillo, regresa a su labor. Encuentra la copia de una carta dirigida a Kenneth Arnold, que llama su atención:

Me dirijo a usted, para brindarle mi apoyo en estos momentos difíciles por los que está pasando. Mostrar al mundo la posibilidad de otra verdad ajena a las limitaciones científicas del presente, normalmente acarrea la burla y el descrédito inducido por aquellos que sirven a los intereses esclavizadores de la humanidad. Sin embargo, el valor de hombres íntegros y dispuestos a descubrir la conspiración que amenaza la sobrevivencia de la especie humana, será reconsiderado en su tiempo. Por ahora, la inmensa ignorancia de los hombres, hace imposible concebir la existencia de seres extraterrestres que intentan apoderarse del destino del mundo en particular y de los universos en general. Más, recuerde: ¡No por ser difíciles son imposibles de limpiar los caminos de la libertad!”

-         ¡Este nombre! Lo he oído o visto en algún lugar. ¿En dónde, dónde?

Levanta el auricular del teléfono para comunicarse con el Director de Operaciones Internas para solicitarle que investigue sobre ese personaje extranjero, con carácter de prioritario. Esperará el resultado en su oficina.

¡Ya son las siete de la mañana! Toda la noche se la pasó trabajando. Presuroso se desviste para darse un baño y salir a la reunión prevista con los agentes del ministerio público capitalinos. Considera que su ayuda será vital en la persecución del hombre misterioso que tanto preocupa a su jefe inmediato. Revisa su portafolio y mueve la cabeza con signo de afirmación. Están listas las fotocopias del retrato hablado realizado con técnicas cibernéticas. En su momento, les enviará las fotografías obtenidas por el Centro de Operaciones de Inteligencia. Ha preparado una serie de datos sobre las supuestas actividades políticas encaminadas al terrorismo del perseguido, con el fin de sembrar en la mente de los fiscales, la preocupación sobre la seguridad nacional y la posible participación de gobiernos extranjeros, que amerita la extrema discreción para evitar distorsiones en las relaciones multilaterales del país. Se deben concretar a brindar su apoyo y reportar cualquier avance a su oficina de mando así como en el momento mismo en que lo detecten.

 

 

 

Cuando llega a su oficina, la secretaria le entrega un mensaje que llegó vía fax y expresa:

-         ¡Es rápido mi colega!

Deja sobre el escritorio el portafolio y le ordena a la empleada que le prepare un café y le consiga unas gotas para los ojos enrojecidos por la resaca de la noche anterior. Sentado cómodamente frente a su escritorio, empieza a leer el informe:

“Kennet Arnold, piloto civil que avistó un platillo volador en julio de mil novecientos cuarenta y siete en Roswell, Nuevo México. El suceso provocó especulaciones sobre la existencia de vida extraterrestre, una polémica que aun persiste en nuestros días. Sin embargo, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos desmintió la versión en distintas ocasiones. Destaca la desacreditación hecha por el general Roger Ramey, quien adjudicó el fenómeno a la confusión de los observadores con un globo meteorológico. En mil novecientos noventa y siete, el coronel John Haynes sostuvo que eran falsas la versiones civiles de platillos voladores y explicó la existencia del Proyecto Mogul, que en ese año se planeó para detectar experimentos atómicos de la Unión Soviética. Haynes mostró claras evidencias del programa militar que constaba de veinticinco globos atmosféricos de seiscientos píes de diámetro. Los seguidores de las tesis sobre OVNIS sostienen que hay contradicciones y magnifican a Steve Greer, creador de la Asociación para el Estudio de la Inteligencia Extraterrestre, empero, ya le fue negado el subsidio público ante la falta de resultados. Se trata de una corriente de fanáticos que representan un alto peligro, ya que algunos creyentes han organizado agrupaciones sectarias como la Orden del Templo que orilló al suicidio a setenta y cuatro personas en Suiza, Canadá y los Estados Unidos. También se recuerda a los treinta y nueve miembros de la Heaven’s Gate que se suicidaron el veintidós de marzo de mil novecientos noventa y siete en Santa Fe, California. En ambos casos, se les ofreció a los suicidas, alcanzar los niveles superiores en otra vida. Hay indicios de que los dirigentes de estas sectas engañan a sus seguidores y se apoderan de las riquezas de las víctimas, como sucedió en el famoso caso de Howrd Houges, asesinado en Acapulco, Guerrero, en décadas pasadas”.

-         No cabe duda. ¡El mundo está cada día más loco! No bastan los problemas con criminales y terroristas, sino que hay orates que buscan complicarse la existencia con falsas esperanzas de salvación y redención. ¡Cómo si fuese posible la existencia de vida en otros planetas! Y si la hubiese, ¿de qué carajo nos serviría? Están tan lejos y es imposible que puedan romper las distancias. Bastante trabajo nos dan los revoltosos de Chiapas y la televisión se muestra preocupada por la existencia de platillos voladores. Generan la psicosis colectiva. ¿A ver, qué pruebas tienen? ¡Ninguna! Solamente palabras de paranoicos frustrados y que desean darle un sentido a su vida. Como esa extranjera que dijo ver un misterioso artefacto sobre las playas de Can Cún. ¡Lo que pasa es que estaba bien cruda y alucinó gacho! Y, éste que me pusieron a investigar ¿está en esos rollos? La ficha dice que buscó a estas agrupaciones de locos en mil novecientos sesenta y nueve y la carta que encontré está fechada en mil novecientos cuarenta y siete. ¡Ya estaba en profesional y seguramente se las tronaba! No es raro. Siempre ha existido el comercio de los alucinógenos en las escuelas. Y en ese tiempo... ¡más! Las ondas de los hippies y su negativa a bañarse, dejaron algo bueno: ¡La cultura de Marijuana y el amor libre!

Sin embargo, su instinto policíaco le advierte que hay un punto débil:

-         ¡Las fechas no coinciden! Hay una diferencia de veintidós años entre los informes de seguimiento oficial con la carta que me encontré. ¿En dónde se iniciaron estos errores? Lo más seguro es que se trata de un hueso duro de roer. Debo tener mayor cuidado si no ¡me traga! Y a mi edad y con mi experiencia, eso sería muy malo en mi expediente. Lo peor sería que mi Jefe me cuelgue. Tiene mucho interés en esta investigación.

Se secretaria le avisa:

-         Señor. Disculpe que no haya tocado para entrar, pero me dijeron que le comunicara. Qué es urgente que vaya con el Encargado de la Política Interior.

-         ¡En la madre! Lo bueno es que ya tengo algo que informarle.

 

 

 

Capítulo VII

Contacto en el Equinoccio

Capítulo IX

La Revelación

 

 

 Adam Kardmón, la conspiración del fin del fin del mundo Ó.

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