Mario Luis Altuzar Suárez: Director General |
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Adam Kardmón
La
Conspiración del Fin del Mundo
Por Mario Luis Altuzar Suárez
Capítulo XI El Mandato Divino -
¿Cuándo
y cómo fue? ¡Mi hermano! Se debe uno remontar a poco más de 20 mil años terrestres. Después de que los
Maestros Mensajeros llevaron al Padre Creador, la infausta noticia de que las
Creaciones en Rebeldía desarrollaron su tecnología para romper la densidad
del planeta en que fueron consignados y destruyeron Marduk para asentarse en
Marte. Desde allí, se organizaron y empezaron a diseñar la estrategia del
asalto a la Tierra. A nosotros, nos convocaron los Guardianes de la Obra del
Padre para organizar la defensa de los Universos y aceptamos, por libre y
espontánea voluntad, las misiones que a cada uno nos fueron encomendadas por
los Dignatarios y Oficiales de la Casa del Padre. Pero si mi hermano Miguel
lo prefiere, podemos viajar al momento mismo de los sucesos y con la
visualización de los hechos, abrir su entendimiento y comprensión d la tarea
importante que debe realizar en este momento. -
¿Qué
debo hacer? –Pregunta el estudiante--, tengo tiempo más que suficiente para
acompañarle, ya que en el hospital me dieron una semana de descanso. ¡Es
curioso! No pedí vacaciones y de la dirección general me dijeron que merecía
estos días de asueto con sueldo pagado, para que me reintegrara con mayor
entusiasmo en mi nuevo puesto. ¿Cuándo partimos, Maestro? -
¡Bendito
sea el Padre Creador! Podemos partir ahora mismo. –Dice el Iniciado al
reconocer en su pensamiento, la intervención de la Gran Tribuna para
facilitarle que entregue la Enseñanza a su discípulo. Comprensivo, sonríe al
escuchar: -
Permítame
únicamente alistar mi ropa y utensilios personales de aseo, para que podamos
partir. Puedo pasar por el cajero automático del banco para que contemos con
dinero suficiente para el viaje. -
¡No,
mi hermano! No necesitamos de esas cosas. -
¡Usted
no! Pero yo sí necesito pagar el boleto del transporte y... -
No
me refiero a eso, mi hermano. Es más sencillo de lo que parece. Tome esos
cojines del sofá y póngase lo más cómodo posible. Cierre los ojos e invoque a
la Presencia Divina. Ahora, pida el enfrentamiento con usted mismo. La forma
de pensamiento es que necesita saber cuando inició su misión y descubrir el
Mandato Divino que recibió para su cumplir su cometido. Está entrando a un
sueño profundo, pero tiene usted el pleno control de su cuerpo y
principalmente del habla. Y podrá recordar todo lo que observe y lo que
encuentre en su interior oculto. Repita conmigo: --Miguel sigue fielmente la
oración--, “Padre, perdón te pido por haberme dejado vencer por la
codificación genética impuesta en este cuerpo y que fortaleció el virus de la
amnesia. Más hoy, no soy el mismo de ayer, hoy soy diferente ya que hoy tengo
la conciencia de lo que soy; soy tu Hijo, Señor, y necesito la manifestación
de tu Luz en mi entendimiento. ¡Qué se abra en mi, la Memoria de los Tiempos!
Poder salvar la Palabra Sagrada que me fue entregada y así, poder cumplir con
mis votos y juramentos”. –Quedan unos segundos en silencio. El Maestro,
conocedor de los tiempos requeridos en este ejercicio, siente la respiración
del viajero y en el momento oportuno, pregunta: --¿Qué ve, mi hermano? -
¡Es...
es maravilloso! Veo campos verdes y amarillos, como si fuesen trigales.
Siento la brisa suave del aire. Ahí vienen muchas personas. Parece que tienen
prisa. ¿Soy ese joven? ¡Sí! Estoy seguro que yo soy el que soy. Me dicen que
les siga, que es muy importante. Vamos por una banda de cristal transparente.
Nos acercamos a unas construcciones que irradian luces azuladas. Son cristal
transparente. Nos acercamos a unas construcciones que irradian luces azul
verdosas. Son cónicas y piramidales pero... no están sobre la tierra.
¡Flotan! Llegamos frente a un gran edificio en espiral. ¡Fantástico! Tiene
mucho parecido con las cadenas genéticas que analizamos en química. En el
centro se encuentra un diamante que confunde la visión: Parece emerger y al
mismo tiempo parece que su movimiento es del exterior hacia su punto central.
Alguien, un hombre de edad avanzada pero con la firmeza en sus movimientos y
en su voz, como el que vi en un sueño, empuña la espada flamígera y habla con
severidad en el rostro. Dice que la oscuridad amenaza con extenderse en uno
de los sistemas solares y, de permitirse su avance, el equilibrio de los
Universos corre riesgos inimaginables. Defender nuestra casa, exige el
compromiso de acudir al rescate de la Tierra. Pide voluntarios, dispuestos a
llevar l Luz del Amor y el Perdón a los confines del Cosmos. Todos aceptamos
y nos dirigimos a un amplio salón dentro de la Casa de Diamante. Nos están
explicando lo que me dijiste de Andrómeda y cómo escaparon del planeta de
oscuridad. A nosotros nos entregan espadas de diferentes formas y tamaños, a
otros les dan unos libros, hay quien recibe una pirámide de energía con un
corazón en su interior. ¡Maestro... es el Fuego Eterno! Se abren unas puertas
muy grandes y podemos ver esos hangares de un material extraño. Formados y en
orden, nos despedimos de... ¡es mi familia! Una mujer hermosa, de piel blanca
y cabeza ovalada, sin cabello y con ojos que reflejan serenidad y el amor.
Está acompañada de dos pequeños. Siento mucha ternura. ¡Sin lugar a dudas,
son mis hijos! Subimos a una gran esfera plateada. Ahora siento ese material:
¡Es orgánico! ¡Parece plasma transparente! ¡Cómo si tuviese vida propia! Un
ser de alas doradas me indica en donde sentarme. Estoy junto a un hombre
mayor. Me mira unos segundos y me ofrece su mano. ¡Es... es... usted,
Maestro! ¡Puedo reconocerle! Me conforta al sentir que pienso en mi familia.
“Nada puede pasarnos. La Verdad del Padre es más grande. Su infinito Amor nos
protege. Sonría. Dedique toda su energía para alabar al Creador de los
Universos”, me comenta usted en tono sereno. Aquí se pierde la noción del
tiempo. Camino por un estrecho pasillo y abro la puerta de un salón que en su
interior tiene camas en forma de cápsulas. Una tiene mi nombre. Creo que es
mi nombre en signos raros, porque lo siento familiar. No sé por qué pero
estoy seguro que está escrito el nombre de Uz. Me acomodo en una superficie
blanda y se cierra el compartimiento. Ahora, salgo de ese lugar. Me indican
que debo acercarme a una plataforma circular de luz blanca, debajo de unos
reflectores muy grandes en donde hay seres que entran y desaparecen. Es mi
turno. ¿Qué pasa? Estoy con los demás, sobre una superficie de color azul
fuerte. ¿Qué? ¿Es cierto esto? En el horizonte se observa el anillo de...
¡Saturno! Las imágenes pasan muy rápido. Cambió el panorama radicalmente.
Ahora estamos en una zona árida, desértica. Aparecen de la nada, unas
vestimentas muy extrañas y opacas. Debemos cubrirnos. ¿Para qué? ¡Hace tanto
calor! El guía nos indica que entremos a una cueva. Es muy oscura y en
pendiente resbaladiza. Observo a lo lejos una luz. Nos han separado. Ya no
estamos juntos. En mi grupo somos nueve con usted, Maestro. Llegamos a esa
oquedad con iluminación artificial. Salimos. ¿Es una ciudad subterránea?
¡Debe de ser ya que jamás regresamos a la superficie! Escucho mucho ruido,
como de turbinas. ¡Qué seres tan raros! Caminan cabizbajos y reflejan una
profunda tristeza y algunos proyectan angustia. ¡Cuidado! Unos empiezan a
pelear y sacan armas para herirse. Con prudencia nos alejamos. Encontramos
unos hangares muy fríos y de metal negruzco en donde hay naves espaciales
triangulares. Tenemos indicaciones de mezclarnos con los demás pasajeros y
que no les veamos directamente a los ojos. ¿Por qué? ¡Ah! Parecen huecos y
sin nada de luz. Gritan y empujan a todos los presentes. Con dificultad,
podemos sentarnos en el piso por el hacinamiento prevaleciente. ¡Qué
ostentosos! Caminan en forma marcial y altanera, como si estuviesen retando a
todo aquel que se les pone enfrenta. Muestran con desenfado gruesas cadenas
que brillan, con piedras relucientes de diferentes colores. Siento un
vértigo. Me asomo por la mirilla y descubro como nos alejamos de esa
desolación. Ahora lo distingo: ¡Es el planeta Marte! ¿Adónde vamos? Nos dirigimos
a la luna y descendemos en el lado que no se puede ver desde la Tierra. Bajan
muchos seres y empiezan a subir otros. Otra vez ese vértigo. Creo que ahora
si vamos directamente al Tercer Planeta, como dicen ellos en los sistemas de
sonido que lastiman los oídos. Si alguien quiere conversar en medio de este
ruido, jamás entendería a su interlocutor. Llegamos a una planicie desértica
en medio de unos momentos. Sigo a un hombre que me llama a señas. Empezamos a
reagruparnos los nueve. Caminamos hacia un monte que está por donde sale el
sol. ¡Es hermosa la aurora! Buen momento para llegar. Se parece tanto al
lugar de donde partimos. Nos entregan un libro blanco con ribetes dorados. Lo
guardo dentro de mi camisa y ¡desaparece! Nos separamos de tres en tres. Uno
de mis compañeros me avisa que en el próximo viaje llegará mi esposa y que
los niños se quedarán en casa. Deberé buscarla para reunificarnos. Me muestra
una esfera de cristal en donde aparece que nuestra misión consiste en llevar
la Enseñanza del Amor Divino a los hombres, para liberarlos de las cadenas
del tiempo y del espacio. Ahora recuerdo, antes de que nos propusieran este
viaje nos dijeron que los riesgos mayores serían la densidad del planeta que
por su fuerza de gravedad, compacta la materia que sumado al virus de la
amnesia, tendríamos un reto muy fuerte para dominar el cuerpo. ¿Cómo podremos
hacerlo? No sé pero entiendo que se deben activar sus Centros de Energía y
aligerar el Alma para reencontrarse con el Espíritu que se quedó fuera de la atmósfera
de la esfera planetaria. Por esta primera vez, desde la superficie del
planeta, podríamos escoger en donde encarnar y, una vez logrado, perderíamos
la Conciencia del Origen. Cada uno contará con nueve oportunidades para
elevar el Alma, con el respaldo de veintiún Maestros que protegerán el
trabajo de los voluntarios y en el momento final, estar preparados para
defender el equilibrio de los Universos, nuestra casa y nuestra familia.
¡Porque los Hijos del Padre son Libres, Libres, Libres! -
Es
tiempo de suspender el viaje. Con lo que ha visto, es suficiente, mi hermano.
Detenga suavemente las imágenes. Vaya creando una esfera de cristal fuerte
como el acero y transparente como el vidrio. Usted queda dentro del cuerpo
esférico brillante. Suelte su cuerpo. Vea y sienta como la esfera reinicia el
camino de regreso. Siente que su cuerpo empieza a normalizarse y aspira
profundamente para sentir su entorno. Se está integrando poco a poco a su
cuerpo y la armonía de los sentidos con el poder de recordar todo, porque
abrió su entendimiento a la Memoria de los Tiempos. Aspire profundamente,
contenga el aire en los pulmones y, suéltelo suavemente. Gire la cabeza hacia
un lado y después al otro. Estire sus manos y piernas. Abra lentamente los
ojos. ¿Cómo se siente? -
¡Muy
bien, Maestro! ¡Es una maravilla! Esto quiere decir que los dos iniciamos al
mismo tiempo el viaje. Más, ¿por qué no se han realizado las cosas? ¿Qué pasó
entre nosotros? ¡Jamás nos habíamos visto! ¿Y, qué ha pasado en todo este
tiempo? -
Eso
deberá irlo descubriendo por usted mismo. Ya le mostré el camino que le
conducirá a desvelar el trabajo realizado en el pasado y establecer en donde
estuvieron los errores que cada uno ha cometido y debemos corregir. -
¿Fallas?
¿No dijeron que eran nueve oportunidades? ¿Cómo saber en que fallamos cuando
nada recordamos? -
Cierto
es, empero, hubo hermanos que lograron reencontrar y liberar el Alma
(superando las barreras de la vanidad y los sentidos que encarcelan al Ser en
la temporalidad del espacio y el tiempo), en una sola encarnación y ahora
están en el servicio dl campo astral desde donde nos conducen y guían al
mantenerse en contacto directo con nosotros, los representantes en la Tierra
de entregar la Enseñanza. Usted y yo debimos cometer algunos errores en el
pasado y que debemos analizar y reflexionar para responsabilizarnos y pedir
perdón por nuestra debilidad, comprometiéndonos a no caer en la misma
equivocación. Al descubrir nuestra Potestad en la regresión, reconocemos que
el Padre Eterno no nos abandonó y podemos aspirar a corregir esos vicios,
defectos o yerros en el presente y cumplir satisfactoriamente la misión que
nos fue encomendada. -
Maestro,
y ¿por qué nos separamos tanto tiempo, al grado de no reconocernos? ¡Ahora sí
siento que tengo alguna afinidad contigo! Pero aquél día, cuando llegó muy
mal herido al hospital, de haber sabido quien era le hubiese brindado una
mejor atención. -
No
se adjudique culpas que no debe tener mi hermano, ya que escrita estaba la
forma en que deberíamos encontrarnos. -
¿Y
qué ha pasado en los siglos anteriores? También me preocupa saber que suerte
ha corrido mi esposa y cómo he de encontrarla.. -
Ya
le mostré el camino para averiguarlo. -
Suena
fácil. Tú ya sabías y no tuviste mayor dificultad para encausar tus pasos. Yo
en cambio, nada sabía de esto, hasta que te cruzaste en mi vida. -
¿Es
malo lo que ha encontrado? -
¡No!
Es todo lo contrario. Pero siento desasosiego en incumplir la misión
encomendada. ¡Me falta tanto conocimiento! Y el tiempo es tan breve. -
En
los Senderos de la Luz, nada hay oculto. Mi hermano debe serenarse y ahora
que sabe cual es su cometido, debe reflexionar, hacer Conciencia sobre el
potencial que tiene en su derredor para exaltar las virtudes que Dios Padre
le entregó como herramientas destinadas a proclamar su Palabra entre los
hombres. Tiene por ejemplo, dos elementos a su favor. El primero, que se
encuentra en las Legiones Masónicas en donde los Maestros Ascendidos se
manifiestan para rescatar su mística al servicio del hombre. Cuando fueron
agrupadas estas Legiones, la humanidad vivía un momento de oscuridad por la
imposición del dogma de una minoría orgullosa de su poder efímero y terrenal.
Se buscó sembrar en al Hombre, la duda, pero no el concepto que algunos han
manipulado para ocultar sus ambiciones de poder, fama y prestigio que no
encuentran en la vida cotidiana. Se diseñó ese mecanismo, la duda, para
forzar la reconfiguración del Consciente. ¡Qué el hombre se despojara de la
sotana que le cegaba y esclavizaba en la ignorancia del fanatismo! Usted
encontró la razón de ser de la masonería al investigar sobre el Ara y forzar
el razonamiento personal y colectivo que conduce a la Verdad Absoluta, cuando
observa qué es el Ara abierta la que comunica a los hombre con el Poder
Divino y que es allí en donde realizan sus votos y juramentos de combatir a
la oscuridad, a la hipocresía, a la ambición y se comprometen a enseñar al
ignorante y defender al indefenso. Es allí en donde se comprometen a levantar
templos a las virtudes y cavar hoyos sin fondo a los vicios. Esas virtudes
que se encuentran en cada uno de los hombres dotados con la Fuerza de la
Voluntad para regir su Libre Albedrío hacia el bien y al servicio de la
humanidad. En donde el martillo y el cincel que usan, no son físicos y
materiales, sino que se encuentran en la Mente para gobernar el cuerpo, el
consciente, el subconsciente y el inconsciente. ¿Y ese poder en donde se
encuentra? ¡En la Templanza, mi hermano! Esa energía de la columna del Norte
para equilibrar e dominar las pasiones que arrinconan al ser humano en los
vicios. Vicio no es solamente el beber o fumar, vicio es también la vanidad
de los ególatras, la envidia de los frustrados, el resentimiento de los
insatisfechos consigo mismos, la hipocresías de los fementidos. Vicio, mi
hermano, es el abuso del poder para someter a los demás, en cualesquiera de
sus formas y mecanismos. Se quejan y se duelen de la conducción política y
económica. Hay razón pero, ¿cómo se comporta el esposo con la esposa y con
los hijos? No miran la viga en el ojo propio. ¡Mi hermano, se usa el sexo
para humillar y someter a la pareja! Cuando fueron hechos desde el Principio
de los Tiempos, el uno para el otro, sin falsos conceptos de privilegios de
uno sobre el otro. Vicio es también, el negarse a ver el interior para
descubrir la causa verdadera de la insatisfacción y al asumir la
responsabilidad, cambiar para mejorar nuestro comportamiento diario y
convivir en armonía con los demás hijos de Dios. Esos Principios son los que
usted juró ante el Ara Encendida y que representa su corazón, la residencia
del Alma. Puede, entonces, encontrar mi hermano que en las Legiones Masónicas
existe el inmenso caudal de Conocimiento que se transmite bajo el principio
simbólico, pero que debe transformarse en la acción diaria. Esa simbología
muestra los caminos ocultos del hombre. Son ocultos porque están en su
interior y no el exterior. Cuando se trabaja en el Templo cerrado, es una
forma de mostrar que el hombre debe ir hacia su interior para reencontrar la
Palabra Sagrada que le fue dada junto con el Poder del Origen. Y una parte de
su cometido, se encuentra allí, precisamente en ese recinto, para que se sume
a los hermanos que al proponer rescatar los valores ancestrales de la Orden,
enfrenta a la oscuridad enmascarada en las falsas promesas de los Grados
Filosóficos y que utilizan la mentira para aparentar dudoso conocimiento para
ofertarlo al mejor postor. Afortunadamente, no son todos y las Legiones
Masónicas despertarán para asumir su compromiso con valor y sin el menor
temor, sin duda y con profunda dignidad, honestidad y lealtad como lo que
son; verdaderos Hijos de Dios. Escrito está que la Luz brillará en la batalla
final. Mi hermano, también tiene usted la virtud de la sanación tanto en sus
manos como por los reconocimientos académicos. Dos tesoros que le condujeron
a la Gran Hermandad Universal, más no la que usufructúan en la Tierra las
diferentes denominaciones y con fines de lucro inmediato. La Gran Hermandad
Universal está integrada por el Consejo de Ancianos de los Universos, los Maestros
Ascendidos, los Guardianes de la Obra del Padre y, tantos más, que sería
largo enumerarlos. ¡Al frente está el Gran Arquitecto del Universo! Y que
rige los trabajos de todos los seres, visibles e invisibles. -
¿Quiere
decir esto que no fue más fácil para ti? -
No,
mi hermano. Para ninguno ha sido fácil despojarse del daño genético y la
formación formal que recibimos en los primeros años de la vida y después, la
actividad social que ha perdido sus valores al instalarse la falsa comodidad
tecnológica, sin percatarse de que caen más profundo en su esclavización
individual sin posibilidad de liberarse al cancelar el esfuerzo personal
parta activar el razonamiento y reconocer la grandeza de la Creación en la
Naturaleza, en donde se encuentran los Hermanos Elementales dispuestos a
brindarnos su ayuda con igualdad y respeto, para despertar nuestros Centros
Internos de Energía. -
¿Cómo
lo descubriste, entonces? -
Con
Amor, mi hermano. Con mucho Amor. -
Hasta
el momento no he conocido a una mujer para sentir ese amor. -
¡Tiempo
habrá para que se reencuentre con su pareja que está encarnada en este tiempo
y tan cerca de usted! Más no es ese amor que se conoce en el mundo comercial
y que fomentó la entrega condicionada a cambio de recibir algo para uno. ¡No,
mi hermano! Es el Amor al Padre. Cuando se adquiere la Conciencia Primaria,
se acepta uno como Hijo del Creador de los Universos y reconoce uno la
Potestad que nos legó: El Amor y el Perdón. Amor para revalorarnos y perdón
para corregir nuestros errores. Mire, yo nací en Isla del Carmen, Campeche. Y
cuando llegué al Distrito Federal para estudiar la vocacional, también tenía
esos sueños vanidosos de encontrar la gloria y la fama para tener ingresos
suficientes y necesarios, según creía yo en ese momento, para lograr la satisfacción
de las comodidades, que me di cuenta después, son impuestas por la sociedad
para demostrar que se alcanzó el éxito con la falsa gratificación de la
bebida y las mujeres. Desde la vocacional, las muchachas me seguían mucho, no
tanto por mi físico sino por mi carácter desparpajado y abierto sin soslayar
que les ayudaba en sus estudios y tareas para que elevaran sus
calificaciones. Tenía varios pretextos: Desde mi temperamento por ser
originario de costa y por lo tanto muy ardiente, hasta el justo pago por mis
servicios y que, posteriormente, fue muy doloroso reconocer que incurría en
la prostitución. Al empezar a trabajar me dejé envolver por las tentaciones
de la soberbia y el egocentrismo que canalicé en muchas ocasiones en la
intolerancia y el autoritarismo con los demás trabajadores y con las mujeres.
¡Un espejismo tan vergonzoso! El poder, mi hermano, es una trampa tan sutil
como veleidosa. Nos hace sentir como si fuésemos Dioses cuando en realidad
somos esclavos fieles y obedientes de las pasiones que encadenan el Alma en l
insatisfacción de la soledad. No me mire así, mi hermano. Es cierto todo lo
que le cuento. Se incuba un delirio de grandeza para ocultar la verdadera
pequeñez de falsos egos que obnubilan nuestro pensamiento. ¡Beber más allá de
la resistencia física! ¡Buscar una mujer tras otra! Eso, mi hermano, es la
debilidad para enfrentar la realidad de soledad y hastío que vamos formando
en nuestro alrededor. Se empieza a perder el sentido de la vida y resignados,
sin la menor resistencia, nos volvemos autómatas. Afortunadamente, un
compañero de la Escuela Superior, no se dio por vencido y logró que me
interesara por ingresar a la Gran Logia Valle de México. En honor a la
verdad, lo hice más por compromiso que por convicción. Sentía la obligación
de complacer a los que habían sido colaboradores del General Lázaro Cárdenas,
porque me habían concedido una beca para estudiar después de la secundaria,
cuando fue Presidente. Sabía que fungió como Muy Respetable Gran Maestro y
creía que al ingresar en mil novecientos cuarenta y cuatro, en cierta medida
pagaba el favor recibido diez años antes. Al mismo tiempo que mis Maestros
llegaban al límite de su tolerancia, siempre tuvieron para mi, el amor
fraternal para conducirme por los secretos de los augustos misterios que
solamente se transmiten de boca-oído. Un aprendizaje lento, por causa del
profundo escepticismo que me caracterizaba. En la fraternidad encontré mucha
comprensión y apoyo. Puedo decirle que gracias a los hermanos, pude asistir
al Instituto Pasteur para estudiar la Maestría sobre Microbiología. Y
posteriormente me doctoré en la Universidad Complutense. ¡Descubrí un mundo
fascinante al comprobar el inmenso Poder del Padre Creador! Sin embargo, creo
que lo más importante de mi estancia en París, fue el contacto que tuve con
La Gran Logia Nacional de Francia y con el Gran Oriente, y con los Hermanos
españoles, ya que descubrí la importancia de la masonería en la evolución de
la especie humana. Pude compenetrar en la vida del hermano británico Tomás
Moro cuyo contacto con sus Maestros Astrales se reflejó en su novela Utopía o
lo que debiera ser el destino de la humanidad, y en ese tiempo, destacaba
nuestro cofrade alemán Alberto Einstein, por su descubrimiento atómico y la
teoría de la relatividad que, si lo analiza bien, su punto de partida puede
encontrarse en la simbología de los Talleres, principalmente del Ara. La
lista es muy grande y conforta saber de su existencia porque representan un
haz luminoso en medio de la oscuridad que conjura contra la Libertad de todos
los seres vivos. Hombres que trabajan discretamente al servicio de los Hijos
del Padre y que trascienden pese a los pequeños oportunistas que han logrado
enquistarse en la Orden. Con esos antecedentes, no fue extraño que me interesara
en las declaraciones del piloto estadounidense Kennet Arnold, que sostuvo
contra las versiones oficiales, su contacto visual con un objeto volador no
identificado en julio de mil novecientos cuarenta y siete en Roswell, Nuevo
México. Me fascinó Carl Sagan quien insistió con valentía, en las tesis
científicas de la vida extraterrestre sin frustrarse porque oficialmente se
niega sistemáticamente por los intereses económicos y políticos de los
beneficiarios de esos seres que les han facilitado su tecnología como una
muestra de buena voluntad, cuando en realidad, lo que buscan esos Ángeles
Caídos, es el sometimiento de la Tierra y de todos los Universos. Fíjese mi
hermano, a principios del siglo dieciocho se descubre el pararrayos y tiene
que pasar cerca de un siglo para encontrarse con la energía eléctrica que, en
cincuenta años, tan solo en medio siglo alcanza niveles insospechados en la
cultura de la muerte. Un salto cuántico de estas proporciones puede
explicarse únicamente con la ayuda extraterrestre y que está escrito en los
Libros Secretos de su arribo y forma de presentación de unos seres
destructivos que se alimentan de la angustia, el temor, el rencor y la
venganza, energías generadas por el sufrimiento del hombre y que son
desviadas de la atención pública por los sofisticados sistemas de
comunicación masiva. Regresando al tema: Algunos de mis conocidos en el mundo
científico y los miembros de la Fraternidad, me invitaron a participar en un
círculo de estudios metafísicos multidisciplinarios que se reunían
herméticamente en el Cerro del Tepozteco, así como en las inmediaciones de la
Pirámide de Gizeh en Egipto y otros lados. En estas sesiones conocí a
Daniela, una joven catedrática universitaria que se contactaba con los
Maestros Ascendidos para entregar la Enseñanza Iniciática. Desde que la
conocí en mil novecientos sesenta, sentí una fuerte atracción que, sabía, era
correspondida. En unos cuantos meses, nos casamos por el civil y por la
iglesia. Insatisfechos por las formalidades sociales, solicité a la Logia que
nos unieran. Con sorpresa vimos que en esa ceremonia nos consagró el Maestro
Ouacinaua que había encarnado en el Rey Arturo y en Atahualpa en Perú, y
quien trabaja sin descanso desde que llegamos a la Tierra. Fue entonces
cuando supe que había reencontrado a la esposa que recibí con profundo amor
en el Principio de los Tiempos. Con la unión, se manifestó en su esplendor,
la Palabra Divina y decidimos aplicarnos al desarrollo espiritual y cumplir
con nuestra misión de difundir la Enseñanza y sembrar la Simiente que
florecerá en la identificación de los ciento cuarenta y cuatro mil sellados
de las Doce Tribus del Pueblo de Dios, que enfrentarán la Batalla Final y
retrogradarán a la oscuridad y su ambición de globalización. -
¿Y
tu esposa, Maestro, dónde está? -
Cumplió
su labor y partió para esperarme, como está escrito. -
No
entiendo lo que me dices. Se supone que cuando alguien pierde a un ser
querido, lo expresa con nostalgia, por lo menos. -
¿Por
qué he de sentir tristeza? Mi corazón se llena de gozo. ¿La razón? Mire, mi
amada esposa Daniela, como se llamó en este plano tridimensional, conoció de
mis desvíos en las vidas anteriores, que retrasaban mi regreso a casa y pidió
venir a la Tierra para auxiliarme en la última oportunidad que tenía, ya que
de lo contrario, tendría que esperar hasta el día en que se realizará el
rescate de todos los Hijos de la Luz que se encuentren aquí en ese momento.
Dadniele, su Espíritu, es muy fuerte y logró mantener el contacto para
ayudarle en la aplicación de la Enseñanza para liberar el Alma, buscarme,
orientarme en el esfuerzo rígido para alcanzar la Iniciación y cumpla así, la
encomienda recibida. Ella es uno de los hermanos que solamente encarnaron una
vez en el planeta. Una vez que concluyó su labor, regresó a su Espíritu de
Luz en la armonía del Cosmos. Por eso, mi corazón se llena de gozo. Si
pensara que la única verdad es lo efímero del cuerpo, estaría dudando de la
Grandeza del Creador de los Universos y minimizaría la Potestad Divina de los
hombres. Por ello, es muy importante la Conciencia Primaria, el
reconocimiento del interior con su diamante luminoso por la energía conjugada
de los cuatro Hermanos Elementales en un organismo digno de hospedar el Alma
y que debemos cuidar como un Templo. ¿Se acuerda del trabajo que hizo sobre
el Templo de Salomón? Ubíquelo bien y descubrirá que es su cuerpo cuyo
interior alberga el Ara o Arca de la Alianza, y si recuerda cuando viajamos
al Templo de Luz de los Esenios, sabrá mi hermano, qué es el Adam Kardmón que
con tanto afán buscan los oscuros y sus servidores. Piensan que pueden
repetirlo en experimentos de laboratorio, con la ambición de preservarse como
Dioses falsos de los hombres. La grandeza del Espíritu y del Alma, es el
legado irrepetible del Padre Eterno, sin importar cuanto dinero inviertan en
el Proyecto Genoma Humano de varios países asociados. Existe una posibilidad
lejana: Que los renegados Hijos del Padre encuentren el Arca de la Alianza
que se escondió después de que destruyeron el primer Templo de Jerusalén, porque
la otra posibilidad, que descubran los Libros Secretos ocultos en la Gran
Pirámide de Egipto, de nada podrán servirles, si consideramos que no han sido
capaces de descifrar el lenguaje de los Mayas. La explicación del Iniciado se
interrumpe por los fuertes golpes en la puerta. Miguel se sorprende ya que no
espera a nadie y duda en responder por lo avanzado de la noche. La
insistencia, empero, hace pensar al estudiante que puede tratarse de una
emergencia familiar y le pide a su invitado que espere un momento. Abre la
puerta y se extraña al ver al agente del ministerio público del hospital que
despide un fétido olor alcohólico y tiene los ojos enrojecidos. -
¿Qué
desea? ¡Es muy tarde para hacer visitas sociales y mucho menos oficiales!
Además, estoy muy ocupado para poder atenderle. Debo levantarme muy temprano
para cumplir mis actividades de la escuela y del trabajo. -
Buenas
noches, doctor. Me preguntaba si acaso, solamente si acaso, mi amigo y
compañero de labores, ya me tiene alguna noticia del hombre misterioso que
desapareció aquella madrugada. -
No
sé nada aun. ¡Recuerde que yo no me comprometí para ayudarle! -
No
es cuestión de sentimientos personales. Creo que me he portado buena onda con
usted. Y se lo pedí como amigo. Pero le voy a decir la verdad: Ese hombre es
sumamente peligroso. ¡Imagínese! ¡Pusieron a todo un grupo especial del
Encargado de la Política Interna para buscarlo! Y yo quiero ayudarlo porque
me cae muy bien. ¿Sabe? El tener el mínimo contacto con ese sujeto, puede ser
un delito de complicidad y, la verdad, no quiero que se meta en problemas
innecesarios. ¡En buena onda! ¡Quiero ayudarlo! ¿Dígame: Ya sabe en donde
encontrarlo? -
Desconozco
el lugar en donde se encuentre. -
No
se haga. Según los informes de inteligencia, usted lo ha buscado en
diferentes partes. Y con el milagrito ese de su ascenso, pues yo si creo que
ya lo encontró y no quiere decírmelo. Pero está bien. No hay problema. Sabré
esperar para que me convide de sus beneficios. ¡Cuídese doctor! El hombre se aleja trastabillando por
su estado de ebriedad y Miguel no sabe que hacer en ese momento. Sugiere: -
Maestro,
¿por qué mejor no se queda esta noche? Puede ser riesgoso que salga a la calle.
Ya escuchó que le están buscando. -
No
tiene de que preocuparse, mi hermano. Todo tiene su tiempo y su forma. Nada
se encuentra al margen de la Voluntad de Dios mi Padre Bendito. Considero
prudente que descanse y me marcho en este momento por si desea regresar ese
funcionario con la intención de ingresar a sus aposentos. Se despide del joven Armenta quien le
sigue con la mirada por la ventana. Descubre dos autos patrulla estacionados
frente a la puerta del edificio y, por lo menos, cuatro agentes de civil,
dispuestos para un operativo. El Maestro pasa en medio de ellos, sin que le
digan nada, lo que tranquiliza al estudiante. Piensa antes de disponerse a
dormir: -
¡Qué
suerte! No lo vieron pasar. |
Capítulo X |
Capítulo XII |
Adam Kardmón, la conspiración del fin del fin del
mundo Ó. Todos los derechos
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